viernes, agosto 31, 2007

ojos de tops.

tops



"me haces desear ser un mejor hombre".

tops



El eterno optimista.

Dilbert


Dilbert

Taller + Guión + Holbox + Corchales.

miércoles, agosto 29, 2007

RitualesselautiR.

Aire

He decidido tantas veces comenzar de nuevo, que a cada vez que lo pienso nuevamente, el comienzo se torna en el final. ¿Cómo es posible que mis propias decisiones derroquen mi propia voluntad? ¿Qué sentido tiene dudar, pensar y por tanto existir, cuando la existencia es manejada por control remoto por otro que no soy yo pero me permite al menos encumbrar el deseo legítimo de plantearme metas que creo guían a la felicidad? Qué absurdo suena todo.

Tú mantente en pie siempre, me dijo mi padre, Aunque los reinos se derrumben a tu alrededor.

¿Qué es lo que entiende mi padre, qué es lo que ve en mí -más allá de ser su hijo- que me yergue sobre otros palacios y castillos? ¿Otros hombres y voluntades?

Quién entiende cuerpo y alma.

Y ahí voy de nuevo.

Aire

Phd: Puro hablar demás I.

Phd


Phd

Poema extenso antes de caer rendido.



soy el hombre en el espejo
y nos miramos serenos:

nunca quise hacerte daño
pero el amor
ese amor
el espejo sereno
logró en ti dar relieve
a la fría superficie del hombre
del mal hombre
del triste hombre
del hombre que apenas sonríe:

te fuiste enamorando
del silencio de mis espejismos:

la luz del mundo no me da forma
soy oscuro
soy espejismo
sombra sin cuerpo:

insistes en buscar un corazón
en mi nombre de penumbras
cuando no hay nada
cuando no hay nadie
cuando podrías vivir de colores
entender que en este mundo
soy nada más que un sueño cercano al alba
y una vez despierto
el espejo se tornará negro:

lejos
de ti
lejos
de vernos.

si tocas mi rostro
frío rostro en tus dedos
si tocas mis labios
labios y silencio.

espejo de ensueño.

reflejos.
engaños.

hombre de espejo.

y tú, mujer, te mereces la luz.
los colores de la luz
del mundo que es real
y no un efecto.

el efecto del hombre en el espejo.







lunes, agosto 27, 2007

Jefe, si digo que me quiero ir no es para que me siga.

DILBERTdilbert

BROADWAY DANNY ROSES (revisitando un clásico de 1984).

Woody


SECUENCIA 1- INTERIOR OFICINA- DÍA.

Daniel, joven delgado y vestido varias tallas más pequeñas que su tamaño, se encuentra sentado en una silla en mal estado frente a un agente de espectáculos de escaso pelo, bigote delgado, camisa amarilla y corbata roja, el cual revisa el "currículum vitae" de Daniel. La oficina parece un refugio para distintos artefactos y utensilios de variadas procedencias: lavadora, aro para salto de leones, jaulas de pájaros vacías, póster gigante del agente estrechando la mano de alguien que está cortado del cuadro y que tiene escrito "para Efraín, de su amigo Julio Iglesias", etc. La decoración da cuenta de los distintos oficios por los que Efraín ha pasado. Daniel mira de reojo la cantidad de objetos que rellenan la oficina.

EFRAÍN: Bien, señor...
DANIEL: Daniel Austero.

Efraín lo mira extrañado.

EFRAÍN: Curioso apellido.

Daniel se acomoda en la silla.

DANIEL: Sí, es que mamá era muy católica y cuando quedó embarazada me dio ese apellido, para que Dios fuera piadoso conmigo.
EFRAÍN: ¿Y cuál es el apellido de su padre?
DANIEL: No. No hay. Mamá sólo quedó embarazada. No tuvo marido.
EFRAÍN: Ah... Bueno, dejemos las pláticas triviales. Dime, chico, qué es lo que puedes mostrarle al respetado Efraín Ladino que sea interesante como para convencerlo de que te lleve a la fama.

Efraín enciende un puro. Tose. Daniel se arregla las mangas de la encogida chaqueta.

DANIEL: Verá, yo soy comediante.

Efraín se apoya en el respaldo de su silla. Mira receloso a Daniel, lo apunta con el puro.

EFRAÍN: Cómico, eh. No veo en tí una personalidad brutalmente divertida. ¿Seguro que eres comediante?
DANIEL: Estoy seguro.

Efraín se echa rápidamente hacia adelante.

EFRAÍN: Bien. Ahora, señor Austero, dígame algo.

Daniel se queda en silencio un instante.

DANIEL: Algo sobre qué.

Efraín se sonríe con el puro en la boca.

EFRAÍN: Di algo cómico, algo divertido, algo "shis-to-so".

Daniel hace una mueca rara con la boca.

DANIEL: ¿Ahora? Ahora no puedo. No sabría que decir.

Efraín se apoya en el escritorio.

EFRAÍN: ¿No puedes contarme ningún chiste?

Daniel se acomoda en la silla, la cual cruje amenazadora.

DANIEL: No le mentiría, porque mentir es pecado.

Efraín se levanta de su silla bruscamente.

EFRAÍN: ¡¿Y entonces por qué me haces perder el tiempo como un idiota?!

Daniel sobresaltado apoya un brazo en la silla que se desarma como si fuera de polvo y va a dar al suelo con un golpe seco y doloroso. Efraín da la vuelta al escritorio.

EFRAÍN (FURIOSO): ¡Y ahora destruyes mi silla! ¡Qué carajos te crees! ¡Fuera! ¡Fuera de aquí!

Daniel arrastrándose y mirando nervioso a Efraín llega a la puerta. Se levanta. Los pantalones los tiene completamente rajados.

EFRAÍN: ¡Te dije que salieras!

De un puntapié saca a Daniel de su oficina y cierra violentamente la puerta.

EFRAÍN: Malditos comediantes... Siempre pensando que la desgracia ajena es divertida.

Se afloja un poco la corbata. El teléfono suena. Contesta de mala gana.

SECUENCIA 2- EXTERIOR CABINA TELEFÓNICA- DÍA.

Daniel habla con su madre por teléfono.

DANIEL: Le digo, mamá. Esto de comediante no es lo mío... No, no creo que valga la pena seguir intentando... Mañana regreso al pueblo... Ah, y dígale a don Eulogio que el trajecito se me anduvo rompiendo, pero usted es buena para coser, mamá... Ya, un besito... Chao.

Daniel sale de la cabina telefónica. Se mete una mano por la parte trasera del pantalón y la saca por la rajadura. Luego estira la chaqueta y comienza a caminar, mostrando claramente dos rajaduras, una en la espalda y la otra en el pantalón. Se aleja de la cabina con un andar chaplinesco. Luego nos damos cuenta que tiene un cartel que dice "fuera de servicio"...

Woody

domingo, agosto 26, 2007

En preguntar...

Dilbert

Dilbert

sábado, agosto 25, 2007

Cuando el Amor está en el Aire.

Chesterton + Padre Brown: Documental ficticio basado en uno de sus relatos.

En un sótano de la casa de los Martínez vive, según cuenta la gente del lugar, el superhombre (distintas versiones de distintos “testigos”). Al principio la señora Moira de Martínez se encontraba un poco reticente a conversar frente a la cámara respecto de lo que existe en su sótano, cerrando en varias ocasiones la puerta sin querer recibir al equipo. Pero un día, la señora Moira llama para invitarnos a que escuchemos su historia (extractos y cortes):

“Los dejé venir por una única y exclusiva razón. Mi querido esposo, que en el cielo descanse, pronto creo yo me abrirá las puertas del Reino... Estoy enferma. Muy enferma, cáncer creo, o eso dice el doctor, no sé, la cosa es que me estoy muriendo y no podía dejar al pobre de Ulises, así se llamaba también mi esposo, quedara sin resguardo en este mundo, porque verá que todos en el barrio tenían cierta, como decirlo, repudio a mi querido hijo sin haberlo visto nunca... Y no es que lo quisiéramos tener así, abajo, oculto, pero es que cuando nació a Ulises se le apareció el mismísimo Padre y le dijo: “ningún hombre ha de tener contacto con tu hijo, que el es y será el superhombre”... Y entonces decidimos tenerlo así, cuidadito, tal y como el Señor dispusiera... (Se escucha un grito, el equipo comenta, la cámara se gira hacia donde vino el grito, la señora Moira se acomoda en su asiento)

...a veces se escuchan esos gritos... Pero cuando Ulises o yo bajábamos nunca gritaba, se queda quieto, mirando no sé qué, aunque tonto no es, no, no, Ulises lo letró bien, sabe escribir y leer, de hecho tiene apilados, puf, cientos de manuscritos por todas partes... (el investigador interrumpe a la señora Moira y le pregunta si sería posible bajar a verlo)

...Difícil. Déjeme ver. (La señora Moira se levanta y camina hacia la puerta del sótano, la cámara va detrás, en un espejo se refleja el equipo, la señora Moira abre la puerta)

...Ulises, cariño, aquí unos jóvenes quieren conocerte. (por un sistema de cuerdas y polea llega una hoja a las manos de la señora Moira que venía enganchada en la cuerda, la señora Moira enseña la carta al investigador y a la cámara)

...”Que baje uno”... Bien, eso es, este sistema lo ocupa para no tener que acercarse a la puerta porque la luz lo marea... (la cámara la toma el director)... Vaya tranquilo, Ulises no le va a hacer nada... La gente dice que es un monstruo, pero usted ya lo verá que es el superhombre como el Señor dispusiera...

(La cámara baja las escaleras, llega a un sótano en penumbras, al centro hay un pequeño escritorio, Ulises está sentado en una silla a un metro de el, cientos de manuscritos rodean el escritorio, la cámara lo llama por su nombre, la figura de Ulises apenas se distingue, la mano del director se acerca a Ulises, le toca el hombro, Ulises se desploma, El director deja la cámara que queda grabando hacia donde está el resto del equipo y la señora Moira, se escucha la voz del director)

Ulises, Ulises, Dios mío, pero qué es esto...

(El director entra en plano, su silueta recortada contra la luz que baja por las escaleras, la señora Moira habla)

...¿Qué pasa? ¿Qué ocurre joven?

(El director habla)

...Eso... Ulises... está muerto.

(La señora Moira ahoga un grito, el director toma la cámara, graba un poco la sombría forma de Ulises y apaga la cámara)

(exterior cementerio, la señora Moira, vestida de negro solloza ante una tumba, mira a cámara)

...Era el superhombre, mi hijo, pero nunca debí dejar que viera el mundo... (la señora Moira mira al cielo)... perdón, Señor....

CORTE Y FIN



viernes, agosto 24, 2007

Lo inútil logra siempre el mejor disfraz.

Dilbert

Dilbert

El lado B de Perico.

Existen mujeres que se visten de cielo, ropajes ligeros de tono azulado, y que guardan la más refinada dedicación al arte femenino de la seducción, juego alegre y peligroso, febril y certero, el arte de cegar la vista del hombre y controlar su cuerpo. Mujeres he visto. Diosas altivas, esclavas profanas, prostitutas, castas, mujeres he tenido en variadas e incontables oportunidades. Son las mujeres una tentación que se desplaza y anida de una en otra; la belleza, el amor, el placer, la muerte. Y renace siempre -la tentación- del cuerpo desnudo de una mujer; el perfume es distinto en todas. Una mujer es un jardín de aromas.

Una mujer me quitó la vida. Pero ya llegaremos a eso.

Recorrí desde temprana edad las sucias calles de las grandes ciudades. Huérfano a los ocho años; mi madre murió de frío sentada en una gris acera. Yo era tan sólo un niño y mi única alternativa en aquel momento de mi vida fue un grupo de cuatro vagabundos.

Perdido, rodeado de adultos ebrios sin mayores metas que morir por el abuso del alcohol, a los trece años corrí lo más rápido que pude, alcancé uno de los vagones del tren que pasaba aquella noche por los rieles de alguna gran ciudad, y me alejé del fracaso con una sonrisa. Cinco años de mi infancia me cuidé solo. A los trece años ya no tenía miedo de avanzar por mi mismo; el tren me sacaría del túnel y el mundo se abriría ante mí como un arco luminoso.

Y así fue.


jueves, agosto 23, 2007

Nuestro Santiago en Ácido.

Dilbert Estepario.

Making Movies.

Clips Nocturnos.

Temas pendientes.

El que no juega no gana.

Viajero: destino muerte.


(fragmento largometraje)


PANTALLA EN NEGRO. SONIDO DE METRO/SE FUNDE CON SONIDO MOTO.

CORTE A:

ext. camino rural- día

Miguel viaja sobre una motocicleta, vestido con el impermeable y el traje negro, y unos lentes de cuero similares a los de un aviador. Levanta una densa polvareda.

Miguel (v.o.)

Toda historia tiene un comienzo... todo viaje un principio... Lo único que no existe es el final, el que no puedes adelantar... o tal vez sí... todo depende si sobrevives...

Miguel pasa junto a un decolorado cartel que dice “La frontera”.

CORTE A:

ext. Bar la frontera- día.

Miguel estaciona su moto frente a un bar en medio de la nada. No hay otros vehículos. Golpea suavemente sus ropas para quitarse el polvo. Guarda las gafas en uno de los bolsos que cuelgan en la parte trasera de la moto. Miguel nota que del techo se sostiene un roñoso cartel que dice “Bar La Frontera”. La entrada al bar es similar a las puertecitas de bar de una película de cowboys.

CORTE A:

int. Bar la frontera- día.

Miguel entra al bar. Los clientes, tres hombres de mediana edad, sucios, vestidos con overoles azules, que sobre la mesa tienen seis botellas de cerveza, se fijan en su entrada. Un anciano de oscuras gafas sentado en la barra no le presta atención. Miguel se queda ante la entrada y su oscura figura se recorta contra la luz del mediodía. Uno de los hombres, de anchos hombros y notorio estomago, se arremanga el overol y mira despiadado a Miguel, quien le devuelve la mirada por un momento, pero luego camina hacia la barra. Los tres hombres conversan en voz baja. Miguel se sienta en la barra, cerca del anciano, y busca quien atiende. No hay nadie.

Anciano

Usted viene de lejos ¿no?... el sonido en el motor de su moto me lo indica. Ha viajado toda la noche.

Miguel bosteza. Vuelve a mirar si hay alguien por ahí que le atienda.

Anciano

Cansado ¿eh?

Miguel

¿Es usted el dueño de este local?

Anciano

(sonríe) ¡Ja! No, no, no. Yo solo vengo a tomar algo de vez en cuando.

Miguel se percata que el anciano no tiene ningún vaso frente a él. Busca entre los bolsillos de su impermeable una cajetilla de cigarros.

Miguel
(dirigiéndose al anciano)

¿Dónde exactamente estoy?

Anciano

Ah, es usted un viajero, de esos sin rumbo.

Miguel

Mhm... desde anoche.

Anciano

¿Y puedo preguntar qué fue lo que le hizo partir, señor...?

Miguel
(sin responder la pregunta)

Partí por algo que no quiero recordar...
(gritando por encima de la mesa)
¡Hey! ¿Alguien por ahí?

El anciano acerca su banco hacia Miguel. Éste mira extrañado el movimiento del anciano.

Anciano

Yo también partí hace mucho tiempo... pero aquí fue lo más lejos que llegué... y no por decisión propia, no señor viajante desconocido, sino por amor, un amor que pensé sería eterno y fiel...

Miguel

Yo tuve el amor de una puta, señor...

Anciano

Alegría. Cansino Alegría.

Miguel

Alegría. Un triste apellido para vivir por estos lados...
(gritando nuevamente)
¿Aló?

Anciano

Sí, es triste. Pero cuando llegué, años atrás, después de la Guerra, este desolado lugar parecía el paraíso.

Miguel

¿Fue en la Guerra que perdió la vista?

Anciano

¿Mi ceguera? Oh, no. Los ojos los perdí por una mujer.

Miguel

Cría cuervos...

Anciano

Después de la Guerra, cuando los camiones militares nos llevaban de regreso a la ciudad, pasamos por aquí, en interminables filas de soldados felices de no haber perdido la vida o algún miembro del cuerpo. Pero a mí nadie me esperaba. Claro que estaba contento de haber salido de las trincheras, pero en cierta forma me sentía más solo que nunca. No tenía con quien compartir mi vida. Entonces, bajo un árbol, el único que había divisado durante el trayecto, la vi a ella parada bajo la sombra, saludando alegre a los infantes... ¿Lo aburro, señor?

Miguel enciende un cigarro.

Miguel

No tengo prisa en marcharme.

Anciano

Bien, bien... Bueno, ahí estaba ella, con un simple vestido rojo que el viento ceñía a su delgado cuerpo. ¡Dios mío, que figura más hermosa! Y su sonrisa... su sonrisa era la delicia de la inocencia, perdida para mí durante la guerra... No tuve que darle muchas vueltas. Bajé del camión y me quedé junto al camino esperando a que el último de los camiones se alejara. No quería tener ninguna posibilidad de arrepentirme.

El hombre del arremangado overol suelta un estruendoso eructo. Sus acompañantes ríen. Miguel se gira, molesto.

Anciano

No les preste atención. Aquellos que son simples merecen un trato simple. ¿En qué iba?

Miguel mira al anciano.

Miguel

No quería arrepentirse.

Anciano

Ah, claro. Bueno, todos se fueron. Y sólo quedamos ella y yo. El romance fue inmediato, espontáneo, como si ella hubiera estado esperando a que la Guerra terminara para yo aparecer.

Miguel

Como dicen: el amor es ciego.

Anciano
(sonríe)

Y bien lo sabré yo, si a las dos semanas estábamos casados. Oh, señor viajero, no le miento si le digo que fuimos felices, en todos los sentidos, usted comprenderá...

Miguel

Claro, hasta que ellas deciden probar otra cama.

Anciano

Oh, no. Ella era fiel. Demasiado fiel. Y ahí fue que comenzaron los problemas. Verá, yo tenía reiteradas pesadillas acerca de la Guerra. Terribles escenas me atacaban durante el sueño. Ella permanecía despierta toda la noche, cuidándome, dándome agua...

Miguel
(suspira)

Agua.

Anciano

Caminaba kilómetros para traer agua fresca. Y así, durante varias interminables noches las pesadillas se repetían. Hasta que un día ella me dijo triste como nunca la había visto que estaba embarazada.

Miguel

Ah, un hijo. ¿Hombre o mujer?

Anciano

Ninguno de las dos. Yo no quería el hijo, después de haber sufrido la guerra. Pero ella estaba tan feliz...
(guarda silencio)

Miguel apaga el cigarro.

Miguel

¿Ella lo dejó?

Anciano

No, no... una noche, la única noche que ha llovido en este lugar olvidado por Dios, desperté de mis pesadillas, pero no pude levantarme. Ella me había amarrado a la cama. Grité su nombre, desesperado, para que me soltara. La vi entrar con el mismo vestido rojo con el que la viera la primera vez, aunque no sonreía, al contrario, lloraba suavemente. Le pedí que me soltara. Se acercó a la cama con el jarro del agua y se sentó junto a mí. Me dijo “yo sé como puedes olvidar la guerra”. “Cómo”, le pregunté. Con un beso me cerró los ojos. Luego me besó la boca. Y entonces sentí que algo me quemaba la cara. Los ojos. Era ácido. Soltó las amarras y grité de dolor, me toqué los ojos quemándome las manos...

El anciano le muestra las palmas quemadas y un leve asombro aparece en la cara de Miguel.

Miguel

Y eso es amor fiel para usted. A mí me parece demencia.

Anciano

Pues claro. Ahora que no tengo ojos ya no pienso en la Guerra. Sólo trato de recordar el rostro de mi esposa.

Miguel

Mhm... Claro. Esa es la solución. Quemar los ojos de tu pareja y de pronto todo es un cuento de hadas... ¿Dónde está?

Miguel busca otro cigarro.

Anciano

Cuando pude levantarme de la cama, adolorido y ciego, la busqué por la casa. Finalmente salí y me topé con algo. Desesperado palpé qué era hasta que lo supe. Era ella, que se balanceaba de una viga con las ropas húmedas por la lluvia... Ella y mi hijo. No sabe lo difícil que es enterrar a alguien sin poder ver el cuerpo...

Miguel mira atento al anciano, conmocionado por la revelación. El anciano, cabizbajo, pareciera estar reflexionando.

Anciano
(melancólico)

Al menos ya no recuerdo la Guerra.

Miguel mira en silencio al anciano como si estuviera viendo su propio futuro. Observa las palmas quemadas del anciano y mira la mano con la cual sostiene el cigarro. Fuma.

Anciano

¿Quisiera ver mis ojos?

La mirada de Miguel rápidamente se fija en los lentes del anciano. Apaga el cigarro.

Miguel
(pausa)

No creo que haya mucho que ver...

El anciano se inclina hacia Miguel.

Anciano

Se equivoca.

Lentamente el Anciano se quita los lentes. Miguel, petrificado, no puede creer lo que está viendo.

(...)

martes, agosto 21, 2007

Dogbert tenía razón.

Clooney y Julia antes de Ocean's Eleven.


ANTES...



...Y ANTES TAMBIÉN, PERO CON FOTO MEJORADA.

(a que no es guapa mi madre)





lunes, agosto 20, 2007

Dogbert: el Bert de los Bert.

La foto fue primero.

Vago.


estás tirado sobre la cama
los ojos cansados, casi dormido
miras en silencio la gastada pintura de tu techo
afuera está lloviendo
la lluvia y sus gotas lo atacan todo
del cielo cuelga un cartel que dice
"disculpe las molestias"

la lluvia te gusta
de pequeño creías que lavaba los pecados
de la maqueta mal hecha
llamada ciudad

ese sonido
el clap, clap, clap de las gotas
la lluvia y su ritmo
sobre la errada maqueta en que vivimos

tirado en la cama mirando el techo
pensando ahora que hay muchos que viven
en casas de aire
y que la lluvia en sus ropas
no es motivo para celebrar

cuántas cosas debemos cambiar todavía
antes de sentirnos ciudadanos
si al vago lo asilamos en galpones y hogares
la lluvia que empapa su ropa le provoca enfermedades
el vago tose y tose y jadea
los pulmones ya los tiene cerrados

a la semana la cama del vago es ocupada por otro de sus colegas
me pregunto
en qué tierras el cuerpo del vago fue enterrado

tantas cosas por cambiar
¿El mundo quién lo maneja?
¿Dios o sólo tiranos?

sería bueno tener por ahí un libro de quejas

tú tirado mirando el techo
pensando en versos
pensando en rimas
pensando en el vago que termina muerto
alguien debe tener la culpa
que tú sepas el mundo es para todos
y los gobiernos y naciones se supone que
etcétera
son las mismas palabras en cada uno de sus sermones
política de tiburones

piensas si llamar al maestro para arreglar
el tema de la pintura en el techo
pero te quedas dormido

al final cada quien es vago a su manera
aunque al menos en profundos pensamientos
intentaste salvar al mundo de su miseria
entre la lluvia de un día cualquiera



Doblar en U.


despiertas una mañana pegado al techo
tratas de bajar y llegar a tu cama
pero no puedes aunque trates cualquier treta
es un problema amanecer y darte cuenta que andas levitando
eso es señal de algo peor

tienes el mundo al revés cuando ayer estabas derecho
o creías que estabas bien
tal vez soñaste con tus fallas y roncando dejaste ir el alma
tu cuerpo entonces quedó más ligero que el aire
y ahora andas volando
eso es señal de algo peor

es la promesa que hiciste ante ella
la promesa que de noche rondaba tu cerebro
y como ejército de famélicas termitas
te fue carcomiendo por dentro con sutileza
sin que te dieras cuenta
eso es señal de algo peor

hoy es la primera mañana del resto de tus nuevos amaneceres
prometiste ser algo distinto a lo que eres
un hombre mejor buscando ser excelente
para vivir en paz amando a los que merecen tu amor
así es que comienzas a bajar del techo lentamente

hiciste esa promesa ante ella
señal de que asomará algo entre nosotros bello
hermoso

mejor.





Brother.


equivocado caminas por la vereda
pensando
disparando metralleta en mano
mil ideas sobre lo que es correcto

pero vas caminando equivocado por la vereda
hoy eres el vago sin desayuno
un hombre torpe miserable indeseable
piensas que aislado todo va a mejorar
pero te equivocas
la soledad es denso silencio
y lo que quieres es gritar lo que llevas dentro

¿qué guardas dentro?

dentro guardo clavada una daga de frío metal
en el preciso centro de lo que me calma
la sonrisa tranquila del amor que ahora miro
me han dividido en dos
separaron el espacio del tiempo
nos cortaron el presente con el machete
del carnicero de la esquina

los dos dejaron sonriendo el escenario
y a ellos a mis hermanos también los guardo dentro

recuerdos recuerdos memoria

los guardo dentro.



Angel Heart: el huevo de De Niro.

U L T I M A S R I M A S.


S.&S. + Dj Rimmo.


:Dj Rimmo:

enojado iracundo triste empapado
dejado de lado
sin cariño alguno
huérfano por obligación y por decisión propia
sin amor sin amante sólo cama de mujeres sin nombre
sin rostro sin deseos de nada
alquiladas o enamoradas falsamente

:S.&S.:

falso profeta
este mundo lo maneja el que rime sin tropezarse
no me vengas con tu talento
figura sin sombra sombra sin voz sin cerebro pensante
¡que te jodan mil profetas recitando cada una de mis rimas!

:Dj Rimmo:

en la mira te tengo perdedor sin madre
hijo de padre mutante
no vengas a enseñarme tus dientes amarillos
tu mal aliento y pútridas caries
¡no me hables si no quieres que la lengua te arranque!
¡con mis uñas y rimas de atlante!
¡hijo de puta cobarde!

:S.&S.:

aburrido me tienes tú y tus amigos maricones que hablan de violencia
balas sangre territorios fronteras amenazas
tropa de críos malnacidos que cuando llueve
se meten debajo del techo de sus familias de comercial perfecto

:S.&S. + Dj Rimmo:

quien construye su futuro es uno mismo
y para eso necesitas conocer las calles de la ciudad
los laberintos de lo real
lograr que la vida se quite la piel
porque la vida no es un cuento de hadas
¡grábate eso pendejo arrogante!



Spies.

Hoy no es su día.


La ventana, por mucho que la inspeccionara con la vista y la imaginación andando, no mostraba más que la misma esquina gris de todas las mañanas. El señor Alabrín intentó aguzar el oído. Cerró los ojos, podía ser que entre la vorágine acústica (mitigada en parte por la ventana de grueso vidrio) emitiera algo distinto, un sonido incomparable. No el desagradable sonido de una violenta bocina, seguramente de algún conductor neurótico. los estudios demostraban que el cincuenta por ciento de la población en La Capital padecía de neurosis, enfermedad psiquiátrica comúnmente asociada a el estrés en el trabajo, y el señor Alabrín estaba comenzando a sentir los primeros síntomas: abulia, insomnio, baja del apetito sexual. Lo último no era preocupante.

-Despierte, Alabrín, hay muchos que matarían por estar en su puesto.

El señor Alabrín volteó desconcertado y –sin saber por qué- le sonreía al hombre que asomaba con la mitad del cuerpo, escondiendo las piernas detrás de la puerta. El señor Alabrín imagino por un momento que aquella mitad de hombre, el señor Gerencia, era un muñeco de trapo manejado por un titiritero gigante. Invisible.

-Despierto, señor, siempre despierto, tengo casi terminado el informe sobre el aumento en las tasas de interés, vaya tranquilo, vaya con Dios-. El señor Alabrín sudaba.

-No le entendí un carajo, recuerde el informe sobre el aumento en las tasas de interés. ¡Despierte!

El señor Gerencia se retiró cerrando la puerta y le fue evidente al señor Alabrín la molestia de su jefe. No es ni siquiera mi informe, pensó en silencio, no es mi informe y se puede ir al Infierno, no tengo por qué hacer su informe.

Surgió otro pensamiento, uno que proponía el “qué tal si el señor Gerencia”… y un inclasificable sonido seguido de gritos de horror, laceró el silencio. A mitad de pasillo, aplastando al señor Gerencia, reposaba un escritorio completo, incluyendo al empleado que lo ocupaba. Una densa polvareda blanca ocupó el espacio. Desde el bien calculado y esférico agujero en el techo miraban los compañeros del caído. Éste, claramente avergonzado, no se atrevía a levantar la cabeza. ¿Cómo podía caerse con tanta precisión un cubículo de trabajo sobre un ser humano?

-Señor Alabrín –el Diablo le rodeaba con un brazo los hombros para empujarlo de regreso a la oficina-. ¿Puedo hablar con usted un momento?

El señor Alabrín habría buscado cualquier excusa para no continuar siendo testigo del aplanamiento de su jefe, accidente laboral que dentro de las estadísticas da un número despreciable: muerto, bajo un concéntrico pedazo de resistente concreto, en medio del pasillo, podía ver a un hombre que odiaba. Los complejos planes que había urdido en las horas de trabajo, entre todos ellos, no existía ninguno llamado “botar el techo sobre su cabeza”.

-Por favor, pase –dijo el señor Alabrín regresando del profundo viaje por su feliz y también culposo ego. Se sentía más joven, electrificado, inmune al mundo.

-¿Aliviado? –preguntó el Diablo sonriendo comprensivo.

-¿Aliviado? –el señor Alabrín se sentó detrás de su escritorio-. ¿A qué se refiere?

-A la casualidad de que el jefe que tanto detestaba hace cinco minutos se ha convertido en una alfombra que difícilmente combine con la decoración de este magnífico banco. ¿Me va a aprobar ahora el préstamo que venimos discutiendo?

Se escucha una bocina. El diablo se sienta y a sus espaldas Alalbrín distingue a sus compañeros tratando de retirar al señor Gerencia de los escombros. Aburrido, el diablo se mira las uñas. Una secretaria grita y se desmaya cuando Junior, tirando con fuerza, arranca el brazo derecho al señor Gerencia. El diablo levanta la vista. El señor Alabrín se recompone.

-Puedo continuar, si quiere –dice el diablo mirando por sobre su hombro-, pero la verdad no tengo el tiempo. Sólo necesito mi dinero.

El señor Alabrín asiente, nervioso. Por Fortuna el diablo y él se conocen desde pequeños.



domingo, agosto 19, 2007

Hablan.

Dicen que nació cerca del mar.
Dicen que el atardecer ya no le asombra.
Dicen que se parece a su hermano.
Dicen que su hermano ya no está entre nosotros.
Dicen que ama a su mujer.
Dicen que el amor es lo que lo salva.
Dicen que no tiene voluntad.
Dicen que, a pesar del tiempo, no es más que un niño alto.
Dicen haberlo visto perdido en un laberinto.
Dicen que no llora lo suficiente.
Dicen que su amante es la soledad.
Dicen que su esposa es bella.
Dicen que ella podría causar una nueva Guerra de Troya.
Dicen que es un genio.
Dicen que habla pausado.
Dicen que no es violento.
Dicen que, de ser necesario, daría su vida por los que ama y lo que le es suyo.
Dicen que es un hombre bueno.
Dicen que su sombra es doble y más oscura.
Dicen que pudo ser un sabio.
Dicen que nadie lo empujó al pozo.
Dicen que, tras largas noches, los pocos leales que le expresan cariño le tendieron una firme mano para sacarlo a la luz del atardecer.
Dicen que, a veces, se entierra a sí mismo en la arena de un desierto que no existe.
Dicen que logra salir ocupando sólo sus manos.
Dicen que luego camina hasta el cansancio y vuelve a casa.
Dicen que pudo ser alguien.
Dicen que lo es.

Dicen demasiadas cosas.
Dicen que las escucha todas.

Dicen que aprende del mundo.
Dicen que es porque es lo más cerca que le queda.

Dicen que quiere vivir.

Silueta de un mito.









No necesitas ver

el cuerpo
mientras vas cayendo.

De la alta torre.
En el castillo.
Detrás del espejo.

Volar no es humano
ni pensarlo es divino:

cuando saltas
a cada salto
eres aire.


Relatos para que me aceptes.

1.

Un alienígena toca a la puerta.

-Disculpe, ¿la central nuclear más cercana?

El dueño de casa mira la nave.

-No estacione ahí. Sacan partes.

-Oh. Muy amable de su parte, gracias.

***


2.

Un hombre entra a un edificio público. Pregunta en recepción por la oficina de boletos. Se dirige a ella y tranquilamente pide un ticket al Cielo. La coqueta señorita que le atiende lo envía a otro piso. El hombre en la otra oficina se topa con un enorme gordo calvo. El obeso le indica que debe volver al 1º piso, oficina 43-i. El hombre baja. Llega a la 43-i. Una vieja de mal aspecto y hórrido aliento revienta en escándalos diciendo que es el colmo que sigan enviando gente a su oficina en busca de boletos. Bruscamente manda al hombre a la oficina 1-AD. El hombre, algo alterado por semejante burocracia, se dirige la 1-AD. En el camino se topa con una oficina que dice “boletos al CIELO”. Es la oficina 666.

***

3.

-Doctor, alguien me sigue.

-Mmm… ¿Y quién sería?

-Un enano malévolo.

-Ya…

-Doctor, ¿no me cree?

-Sí, sí… ¿y cuáles son las intenciones de este… enano?

-Robarme un calcetín.

-¿Robarle un calcetín?

-Sí, mire…

(El paciente levanta los pantalones.)

…ya se ha llevado uno.

-Oh.

(El doctor se toma la tarde libre y nunca más se le ve.)

***

4.

La abuela sentada en la mecedora. Teje plácida lo que parece ser una bufanda.

-¿Abuela?

-¿Sí, mijito?

Me acerco para que escuche mejor.

-Yo tengo 73 años.

-¡Cómo has crecido!

-¿Abuela?

-¿Sí?

-¿Cuántos años tienes tú?

La abuela deja el tejido. Piensa.

-No sé, no me acuerdo.

Ella estuvo sentada junto a mi cama, tejiendo, los días anteriores a mi muerte. Y seguirá ahí, tan viva como su memoria.

Otra tarde en el hospital.

Otra tarde en el hospital. Miguel reconocía los pasos de las enfermeras entre el caminar de los otros visitantes. Tanto tiempo llevaba visitando el oscuro laberinto de concreto por donde se perdían los doctores y enfermos. ¿Años? Trató de recordar. ¿Fue con el accidente que comenzaron las visitas, las visitas consideradas obsesivas, las agotadoras visitas que aseguran han convertido mi vida en un monólogo? Qué importa, nada, lo único cierto es que era otra tarde en el hospital. Interrumpió sus cavilaciones la voz de una mujer.
-¿Señor Miguel Marnas? –Miguel miró los firmes senos de la enfermera.
-Sí, soy yo, ¿qué ocurre?
-Sígame por favor.
La enfermera enfiló hacia los ascensores sin esperar respuesta de Miguel. Él se concentró en los pasos de la mujer. Nunca los había escuchado. No los conocía.

Las manos de la enfermera se cruzaban a la altura de las caderas. Miraba inexpresiva los números en la pantalla digital. 5, 6, 7...
-¿Dónde exactamente vamos? –preguntó Miguel.
-No se preocupe, señor Marnas, está todo bien –dijo la enfermera sin girarse.
Miguel pensó que la enfermera se abstenía de darle malas noticias, que fingía no prestarle atención, cuando ella en verdad estaba quemándose viva por tener que guardar en silencio las dos palabras que sólo el doctor tenía el privilegio de decir: ella ha muerto.

El blanco suelo del piso 13 reflejaba los neones del techo; daba la impresión de ver a la luz reventarse al caer desde el techo. La enfermera tenía un paso rápido, incómodo, rígido, y seguía la línea de los reflejos. El caminar de ella puso en alerta a Miguel, que no confiaba en el andar militar; significaba que se estaba escondiendo algo, que se estaba listo para atacar o escapar, la enfermera tenía un secreto y lo defendería hasta el fin. ¿Pero qué escondía? Miguel se detuvo.
-Hasta aquí llego –dijo con enfado.

La enfermera giró sobre los tacos de sus zapatos rojos. No dijo nada, pero su mirada era otra. Cálida. Comprensiva.

Sí. Ella había muerto.

sospechoso.


sospechoso., originally uploaded by .:Mat:..

como siempre.
f**k the police.

Reuniones. Ya...

De género.


Cuando definitivamente accedió a cruzar unas palabras conmigo el encuentro se llevó a cabo en un bar sucio, de baja calaña, llamado "Sapo's", un sitio que hasta las putas rehusaban frecuentar para evitar encontrarse con esos grupos de amigos borrachos que terminaban violándolas en el callejón oscuro junto a la salida.
-Diez mil ahora y diez mil después -dijo sin levantar la voz, tuve que leer sus labios para captar qué me estaba diciendo. Maldito trabajo. Hace quince años que lo vengo odiando. Debería renunciar. Sí, claro. Todas las mañanas digo lo mismo...
-¡¿Cómo sé que no me vas a estafar?! -le grité en la oreja, escupiendo incluso, esperando que prestara más atención al negocio que estábamos cerrando. Son todos iguales. Inferiores. Más animal que humano. Aun así, creo que odio mi trabajo aunque ayude a erradicar a esta raza de cucarachas criminales disfrazadas de hombre. Se giró para mirarme mientras se secaba con la manga de su chaqueta de cuero la mejilla. Al fin el hijo de perra iba a ser un poco más "profesional".
Quince años odiando el trabajo. Veinte atrapando los ácaros que consumen a la sociedad.
Dos segundos para que sacara su pistola, la apretara en mi frente, y disparara sin al menos despedirse.
Esos son mis últimos recuerdos.

El instante previo.


INT. AUTO - ATARDECER

El Captor en los asientos traseros apunta al conductor en la nuca con un revólver de grueso calibre. El Raptado tiene los brazos apoyados en el volante, va nervioso y sudado.

El auto está detenido.

captor
Puta la huea,
(pausa)
cómo mierda me dices eso ahora.

raptado
No recuerdo que fuera mi idea robar este auto.

captor
(suspira)
Qué huea más grande... ¿Y qué mierda hago? ¿Ah?

raptado
Ser un poco más profesional.

Captor
(le pega un culatazo a Raptado)
Hey, hey, respeto, mira que mi revólver tiene personalidad propia y el gatillo se aprieta solo.

raptado
Hazlo aquí.

captor
¿Aquí? ¿Cuál es tu apuro?

raptado
Ninguno en realidad. Morir no es algo que me asuste.

captor
Y conducir no es algo que te entusiasme, ¿ah? Viajo tres mil kilómetros para matarte y me topo con un marica que le tiene miedo a los autos.

raptado
Pero no a la muerte.

captor
La muerte no es el problema, es el instante previo, el dolor.

raptado
Lo que tú digas.
(impaciente)
¿Qué hacemos? ¿Me disparas aquí, esperamos un taxi y nos vamos al pantano? Qué. Si quieres nos vamos caminando conversando.

captor
(otro culatazo)
Cállate. Eres peor que las monjas del reformatorio. Ya se me va a ocurrir cómo tenerte bajo tres metros de tierra en menos de una hora.

raptado
Eso si te decides luego.

captor
¡Mierda! ¡Silencio! Estoy pensando.

raptado
¿Y si lo dejamos para otro día?

captor
Buena. Se te ocurre. La idea de matar gente es quitarles el tiempo, no "dejarlo para otro día".
(piensa)
Ya, lo tengo, tengo la solución.

raptado
Menos mal. Esto se me hacía aburrido. Y bueno, ¿cuál es la solución?

captor
Enciende el auto.

raptado
¿Ah?

captor
Dale. Préndelo. Junta los cables abajo.

raptado
¿Dónde? ¿Aquí?

captor
No, no... esos dos... ese no... el otro....

raptado
No entiendo nada. No suelo robar. Menos robar autos.

captor
A ver, bájate.

I/E. AUTO/CALLE - ATARDECER

Se bajan.

Captor
Veamos...

El Captor se agacha a mirar los cables, deja el arma junto a él en el suelo. El Raptado la mira de reojo. El Captor gruñe y se agacha más, pateando sin querer el revólver. El arma se desliza, quedando a un metro del Captor y el Raptado. El Raptado fija los ojos en el revólver, lentamente abre sus manos. El Captor se levanta lentamente, mirando su revólver, luego al Raptado.

Silencio.

Luego, ambos saltan al mismo tiempo.

CORTE A NEGRO.

Cosas que uno piensa.

A vivir.

llega el delicioso momento
de tener que decidir qué es vida
qué es sueño

en cuál batalla dejar que te atraviese esa bala

porque eres joven
se nota cuando te miramos al espejo

aunque ciertas líneas debajo de los ojos
o cierta luz dentro de las pupilas
te dice:
vamos, hombre, nada es eterno
los años se suman como se suman los deliciosos momentos
de escuchar a la mujer que ayer susurró
tú me quieres, lo sé

y tienes que luchar aquella batalla
donde la proclama es autodestruirse

no quiero llorar
y quiero que cada mañana el mundo
me reclame
me capture
se sincere y diga que me necesita

en instantes deliciosos.


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En la hora.


Impenetrable,
el destello de luz atrapado entre vidrios,
reflejo a todas partes mi ubicación
pero es imposible tocarme.

Indescifrable,
mis labios que te hablan.

La luz entre vidrios.
La mañana triste.

Soy sólo un hombre festejado
por moléculas.

Impenetrable.


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Siempre tengo todo en la cabeza.


Siempre tengo todo en la cabeza,
dice,
acomoda su cabeza en mi pecho.

Siempre tengo todo en la cabeza,
repite.

¿Qué es todo?
le pregunto.

El mundo, ¿no escuchas el mundo?

No, no lo escucho.

Siempre tengo todo el mundo en mi cabeza.