yo
de ser inabarcable como el horizonte
confesaría sin penas
que en mi pecho remolinos
-los cuales me roban el aire-
hunden
esto que llamamos
corazón
en océanos carentes
de superficie:
bajo el agua
la garganta que se ahoga
y lo único que deseo decir
o gritar
porque
si a mí me sepultan los mares
debo sobrevivir
cada segundo de cada instante
de cada día
la tierra que cubre
a mi único
y amado
hermano muerto.
tendido lo vi
sobre su cama sin moverse
y sentí
que tanto vida
como objeto
dejarían de moverse:
mi hermano muerto
detuvo el tiempo.
entonces
yo
quedé retratado
en los colores oscuros
el áspero lienzo
en los trazos de un pintor
pintando con lágrimas
y noches de insomnio.
pero
ante todo
amo
a mi hermano muerto.
es el recuerdo
de sus ojos cerrados
el rostro de un durmiente
la tierra que lo esconde
lo que duele.
pero si un condenado a muerte
colgado del árbol
y al cuello enrrollado su propio ego
es capaz de desenterrar
el último grito que mi madre
dejó como eco en tu tumba de tierra
o
arrancar a mi padre sus ojos
y gestos
y sangre
y dejarle mencionar con voz cobarde
el nombre de cuatro generaciones
no me pidas
ni cierres con llave
la rabia
"del último rey"
-tu novela de la cual no sé fin-
porque de mí
no recibirá nada
pero del cielo
tampoco caerán bendiciones:
dejemos
el resto de sus años
el que pendiente esté...
de tus manos pende
insegura
último rey y hermano
la espada justicia.
(tu hermano menor.)
(tu único hermano.)
(yo tu corazón y tu mi sangre.)
Mc.
1 comentario:
La sonrisa cuesta menos que la electricidad, y da más luz
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