domingo, agosto 19, 2007

De género.


Cuando definitivamente accedió a cruzar unas palabras conmigo el encuentro se llevó a cabo en un bar sucio, de baja calaña, llamado "Sapo's", un sitio que hasta las putas rehusaban frecuentar para evitar encontrarse con esos grupos de amigos borrachos que terminaban violándolas en el callejón oscuro junto a la salida.
-Diez mil ahora y diez mil después -dijo sin levantar la voz, tuve que leer sus labios para captar qué me estaba diciendo. Maldito trabajo. Hace quince años que lo vengo odiando. Debería renunciar. Sí, claro. Todas las mañanas digo lo mismo...
-¡¿Cómo sé que no me vas a estafar?! -le grité en la oreja, escupiendo incluso, esperando que prestara más atención al negocio que estábamos cerrando. Son todos iguales. Inferiores. Más animal que humano. Aun así, creo que odio mi trabajo aunque ayude a erradicar a esta raza de cucarachas criminales disfrazadas de hombre. Se giró para mirarme mientras se secaba con la manga de su chaqueta de cuero la mejilla. Al fin el hijo de perra iba a ser un poco más "profesional".
Quince años odiando el trabajo. Veinte atrapando los ácaros que consumen a la sociedad.
Dos segundos para que sacara su pistola, la apretara en mi frente, y disparara sin al menos despedirse.
Esos son mis últimos recuerdos.

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