miércoles, mayo 09, 2007

Relación de Ayuda.

Senén Cornejo Bunger

IV año Medicina

UC

La señora K. tiene 84 años y vive con su esposo (el señor K.) que es cinco años mayor que ella. Sufre de insuficiencia cardiaca y de cataratas severas, por lo que pasa gran parte del día acostada en su cama o sentada en el living. Su marido presenta una insuficiencia respiratoria que le obliga a recibir oxigeno la mayor parte del tiempo, y está comenzando a presentar signos evidentes de deterioro mental . Ambos tienen tres hijos vivos y numerosos nietos. El hijo mayor murió hace diez años en un accidente automovilístico. La situación económica de la pareja es buena, ya que el señor K. es dueño de algunas propiedades, lo que les permite costear dos empleadeas particulares y una enfermera, que cuidan de ellos. La relación con sus hijos y con sus nietos aparenta ser muy buena.

Pero la señora K. está preocupada por la salud de su esposo que se ha ido deteriorando rápida y progresivamente en el curso de los últimos meses. Además, le acongoja su propia situación de salud, porque está convencida de que su médico tratante encontró “masas” en sus pulmones en unos exámenes practicados hace algún tiempo y que su familia mantiene este hallazgo en secreto, para no angustiarla. Esto lo percibe ella cómo un atentado a la confianza que depositó en sus hijos y en su médico.

Mi abuela es amiga íntima de la señora K. desde que ambas eran niñas, pero yo había tenido sólo un par de encuentros casuales con ella y el dialogo que se transcribe mas abajo corresponde a la primera y única vez en que ambos hemos mantenido una conversación larga y personal. Naturalmente yo conocía en parte la historia de vida de la señora K. gracias a mi abuela.

El encuentro se desarrolló en el living de la casa de los K., un lugar cómodo y espacioso decorado a la antigua, con muchos recuerdos de familia. Mi atención a veces divagaba entre las porcelanas, cuadros, jarrones, fotografías y muebles antiguos, o se fijaba en el fuego de la chimenea.

La conversación tuvo lugar en Julio del año pasado, alrededor de las 8 PM, y duró aproximadamente 45 minutos. Yo fui a casa de los K. en busca de mi abuela, que visitaba a su amiga, para llevarla de regreso a su departamento (mi abuela tiene 82 años). Sin embargo, cuando llegué donde los K. mi abuela no estaba, pero, como me explico la propia dueña de casa, volveria pronto, asi que la señora K. me invitó a pasar, nos sentamos frente a frente en el living y entonces comenzó el dialogo.

Nuestra conversación comenzó cómo una plática amable, tocando diversos temas; ella relató anécdotas vividas con su amiga, mi abuela (historias que yo por cierto ya conocía de memoria), hablamos sobre acontecimientos noticiosos, sobre política (punto en que disentímos), etc,etc. Durante todo este tiempo la señora K. se mostró calmada y de buen ánimo, pero transcurridos unos veinte minutos, cuando tocamos el tema de mis estudios, su comportamiento cambió. Se acercó mas a mí, sentandose casi en el borde del sillón, sus manos comenzaron a moverse nerviosas y su voz se quebró. A partir de este momento el encuentro dejó de ser un simple coloquio superficial porque, como se puede deducir de la transcripción del dialogo que hago a continuación, la señora K. comenzó a desahogarse, dando rienda suelta a sentimientos que ocultaba hace tiempo.

Señora K.: (hablamos sobre mis estudios de medicina, si me gustaba o no mi carrera, de lo exigente que, según ella, es el curriculum, etc.)

Para ser franca, estoy un poco desilusionada de los médicos. Fijese que el doctor X, que me atiende desde hace más de nueve años, me oculta unas radiografías en donde aparecen unas masas, no me las quiere mostrar. ¿Pensará que yo soy una niña chica, que no puedo manejar una cosa así? Por favor no se moleste por lo que digo, pero es que me da rabia, yo confiaba en él y mire...( su voz se quiebra, hace una mueca de disgusto). Y mis hijos tampoco me dicen nada, me mienten. ¿No cree usted, como futuro médico, que tengo derecho a saber si estoy enferma?

Yo: Lo que pasa es que con una simple radiografía no se puede diagnosticar algo así, si su médico realmente sospechara algo habría pedido otros examenes...

Señora K.: (con vehemencia) Por supuesto que me hicieron examenes; me hicieron uno de esos en las que una pasa por un tunel...

Yo: ¿Un scanner?

Señora K: Parece que sí, pero bueno, la cosa es que nadie me explicó porque era necesario un examen así, al contrario, me mintieron diciendo que era un examen de rutina. Y despues era cosa de mirar las caras de mis hijos o de sus esposas para darse cuenta de que algo andaba mal (su voz denota tristeza, baja los ojos, sigue un silencio de algunos segundos) .

Yo: (me mantengo callado, porque la verdad no sé que responder)

Señora K.: (suspira y luego habla con voz baja y calmada, mirandose las manos que tiene apoyadas en su regazo) Yo hace tiempo que me preparo para partir, pero la incertidumbre, eso de no saber que le está pasando a uno... es terrible. Y todo el mundo piensa que porque una está vieja es tonta.

Yo: Para mi usted no tiene un pelo de tonta. (con una semi-sonrisa muy forzada).

Señora K.: (sonriendo tambien y con voz algo mas alegre) Gracias, hijo.

Yo: Y si usted quiere mi consejo, pida la opinión de otro médico. Asi usted se queda mas tranquila.

Señora K.: Pero para eso tendría que ir yo sola, y ¿ cómo lo hago? Si usted sabe que para moverme por mi propia casa necesito la ayuda de la Maria o afirmarme de las paredes. A veces me siento un verdadero ... estorbo. (la última frase dicha con verdadera aflicción)

Yo: Pero converse con sus hijos, digales lo mismo que me ha contado a mí. Estoy seguro de que ellos entenderan.

Señora K.:Cuando les pregunto si es que tengo algo en los pulmones me dicen: “Pero Mamá, usted se imagina cosas” u otras sandeces por el estilo ¿ No le digo? Creen que estoy senil... cómo mi esposo.(vuelve a bajar la vista, se nota que está triste)

Yo: ¿ Le pasa algo a su esposo? (yo no sabía la situación de su esposo)

Señora K.: Mire, él está muy mal, a veces no me reconoce o me llama por otro nombre, derrama la comida, llora como un niño... la mayor parte del tiempo, sin embargo, esta relajado, se queda mirando fijo la tele. Y apenas hace dos meses leía a diario, conversaba con todos, me contaba cosas, incluso jugaba ajedrez.( su cara denota, de repente, un gran abatimiento).

Yo: ¿Lo ha visto un especialista?

Señora K.: Si, pero al parecer poco se puede hacer, excepto darle mas pastillas. El ya toma como diez distintas.

Yo: Pero usted tiene que tener fe, a veces los medicamentos tardan en hacer efecto.

¿Se acuerda de la depresión que tenía a mi abuela postrada en cama? Estuvo tomando medicamentos durante meses y mire como está ella ahora; es una persona nueva...

Señora K.: Si, me alegro por ella, la verdad es que estuvo bien enferma, pero con el apoyo de ustedes, su familia, pudo salir adelante.(pausa) ¿ Pero como puedo apoyar yo a mi esposo si el no me reconoce? Imaginese que nuestro nieto más chico se asusta de ver a su abuelo, asi tanto ha cambiado. ( al llegar a la frase final su voz se quiebra, apoya su mano en mi rodilla y parece a punto de llorar)

Yo: ( no hablo pero apoyo mi mano sobre la suya)

Señora K.: (ahora sí esta llorando, baja la vista, busca un pañuelo en uno de sus bolsillos y yo me entristezco subitamente, le acaricio la espalda y me siento inútil, incomodo, deseando que alguien llegue y tome mi lugar)

Perdone...perdone...pero es que yo....(dice entre sollozos)

Yo: No tiene que pedir disculpas, la entiendo, desahoguese, le hace bien. (siento como se estremece entre sollozos y trata de incorporarse, pienso que se puede caer del sillón por lo que trato de sujetarla, ella lo interpreta como un abrazo asi que dejo que me abrace. Despues de un rato la ayudo a tomar asiento y ella comienza a calmarse, deja de llorar, me pide disculpas y yo insisto en que no son necesarias. Se levanta del sillón y me pide que la acompañe hasta la puerta del baño y durante todo el camino ella se afirma en mi, silenciosa.)

Despues de este episodio volvimos al living, pero la conversación cambió drásticamente: hablamos de carreras de caballos, de libros, de los recuerdos que ella tenía de mi siendo yo niño, etc. Un par de minutos mas tarde llegó mi abuela y al rato yo me estaba despidiendo afectuosamente de la señora K., con quien lamentablemente no volví a hablar jamás, pues murio dos meses despues, tres semanas antes que su esposo. Efectivamente sufría de cáncer bronquial.

Análisis de la experiencia de la persona ayudada

Dimensiones: La dimensión corporal se ve comprometida en la señora K. por razones obvias: su edad, su ceguera casi absoluta y su enfermedad cardiaca, que restringen su vida y la hacen depender de terceros. Esto, naturalmente, incide sobre su dimensión intelectual, en cuanto la hacen un ser humano dependiente de otros hasta en las cosas mas simples: ir al baño, ir a la cocina, etc. La dimensión social se ve afectada en el sentido de que ella cree que incluso sus seres más cercanos la consideran incapaz intelectualmente, “una niña”. Sin embargo, la dimensión que mas se ve afectada a mi juicio en este caso es la emotiva, pues la señora K. siente un inmenso dolor, una mezcla entre tristeza, rabia y desesperanza al constatar el engaño de su médico, el trato de sus hijos y el deterioro de su esposo.

Necesidades: Creo que la señora K. tiene necesidades fisiologicas (por sus enfermedades), de amor y pertenencia, de estima y reconocimiento y tambien de autorrealización.

Sentimientos: La señora K. siente sobre todo pena y desesperanza, pero tambien enojo y frustración.

Análisis de la relación y de la experiencia del ayudante

Me parece que la relación que tuve con la señora K. dista mucho de ser realmente de ayuda, empezando por mi poca capacidad de escuchar, ya que reconozco que muchas cosas se convirtieron en ese momento en obstáculos a la escucha como mi impaciencia por irme, problemas personales que daban vueltas por mi cabeza, etc. Ademas en gran parte de la conversación yo daba respuestas dirigidas al problema (“consulte otro médico”), sin enfocar mi atención en lo que ella sentía.

La dificultad mayor en mi relación con la señora K. fue la de dar respuestas empáticas, en hacerle sentir que realmente comprendia lo que ella estaba experimentando. Sin embargo, con la experiencia que he ganado tratando con pacientes en mis pasos clínicos, creo que ahora estoy mas preparado para lograr una relación empática y de ayuda. Mi experiencia personal me ha dotado de la capacidad de escuchar al prójimo y de poner especial atención a los sentimientos que él expresa.

En el caso concreto de mi relación con la señora K. esta no puede recibir el calificativo de empática, sino mas bien mis intervenciones fueron de tipo apoyo-consuelo, solución del problema o investigativas.Sin embargo, cuando ella comenzó a llorar y yo no hice nada excepto abrazarla creo que en ese instante quizas si fui de ayuda para ella.

La única destreza propia de la relación de ayuda que usé en este caso fue la escucha activa, aunque, como dije al principio, en forma deficiente.

Mi primer sentimiento ante lo que ella me decía fue de tristeza ante los problemas que ella relataba, sin embargo tambien sentí alegría cuando ella cariñosamente me dijo hijo. Tambien a ratos me enternecí o sentí rabia (ante la negación de los hijos de contarle la verdad, por ejemplo.) Y por supuesto sentí que la confianza que ella depositaba en mi era un regalo valioso, lo que me hizo sentir frustrado al no poder ayudarla como hubiese querido.

Este encuentro lo elegí para hacer mi trabajo porque corresponde a la vez que mas inútil me he sentido al tratar de ayudar a alguien. Creo que lo podría haber hecho muchísimo mejor, y me abruma la idea de que quizas la señora K. no lograra encontrar a alguien que realmente la ayudara a enfrentar sus problemas antes de morir.

Si volviera a vivir una situación como la descrita trataría, dentro de mis posibilidades, de utilizar técnicas de relación de ayuda (confrontar, autorrevelacion, escucha activa,etc), apoyando a la persona para que acepte la condición de su esposo, para que sus limitaciones fisicas no le impidan llevar una vida realizada, para que enfrente a sus hijos y mejore su relación con ellos. Debe comprender que el hecho de estar enferma no le niega la posibilidad de ser madre, abuela y esposa, roles muy importantes y con los cuales se puede llegar a sentir realizada. Ademas sería bueno que aceptara serenamente la cercanía de la muerte de su esposo , al igual como es capaz de aceptar su propia muerte.

Problemas éticos

No se advierten problemas éticos en mi relación con la señora K.

Conclusión

· Aprendí cuan valioso es que alguien te demuestre sus sentimientos buscando comprensión y ayuda

· Aprendí lo difícil que resulta ayudar a una persona si no se dominan las técnicas adecuadas y no se tiene la experiencia .

· Me di cuenta de los obstaculos con que uno se encuentra al tratar de expresar sus sentimientos de manera que el interlocutor se sienta comprendido

· Tomé conciencia de lo complejo de la naturaleza humana, y de que modo tan sutil todas las dimensiones de la persona (social, corporal, intelectual y emotiva) se interrelacionan. Ademas, comprendí que afectar cualquiera de estas dimensiones produce sufrimiento en la persona.

· Aprendí a valorar el silencio y el lenguaje corporal ( por ejemplo, un abrazo) en las relaciones humanas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

como se nos hace innecesario estudiar la psicología, no?... al final todos no somos más que un puñado de sentido común dominados por palabras bellas que sólo esconden la sordidez del espacio y el tiempo.
me gusta lo que escribes.