miércoles, mayo 09, 2007

El Libro de G. Fragmentos.

"Fumaba despacio, sobre la cama, mirando la circular mancha plomiza que se encontraba al centro del techo de su habitación, causado por el uso y abuso de incienso. Pensaba, desconcertado, en la pureza del dolor luego de la decepción. Sentía una corriente de emociones que lo ataban a la cama, repitiéndole a cada instante que era inferior, cobarde, cursi e ingenuo. Las volutas de humo se mantenían por sobre su cabeza y se movían submarinas, lentas, disipadas; el cigarro en sus manos era en esa hora lo único real, tangible y saboreable. Lo demás era un mero espejismo del constante ardor al que su autoestima se veía entregada.

Meses pensando en ella y sólo con levantar una mano me tumbó al primer round. De no conocerla para nada, llegué a conocer a la familia Perpetuo en una, digamos, tarde de confesiones y sentimientos encontrados. Yo, en medio, sin tener nada que ver, perdiendo la oportunidad de entablar un vínculo con Consuelo Perpetuo, la mujer codiciada por mi imaginación; una imaginación derrotada por un sutil gesto de su parte. Una derrota. Un rechazo. Debe pensar que maltraté a su madre o que yo la alteré y provoqué el arranque musical de la vieja (...). El tango es desagradable, puede ser, y quizás como madre nunca fue muy dedicada, la gran Irma Vocecita. Pero mi culpa no es. Me han abordado de sorpresa; me han hecho sentir como un infame payaso; ¿el incienso sigue prendido?

Elevó un poco la cabeza y deformó la cara en una exagerada demostración de esfuerzo. Un largo palillo de tono anaranjado se distinguía en la oscuridad. Un pequeño punto rojo resaltaba entre la sombra de los objetos que estaban sobre la mesa “literaria” (le llamaba así, puesto que le era difícil escribir en otros sitios).

Hay una cosa que no me queda clara (divagaba, divagaba...). Consuelo debe tener aproximadamente la misma edad que yo. Incluso me arriesgo a pensar que tenemos la misma edad. ¿Entonces la vieja, siendo tan vieja, cómo pudo tener una hija tan joven, si desapareció tanto tiempo? Ahora oscuridad que me circundas, explícame y sé sincera: ¿He salido alguna vez de este antro maldecido, purificado por los aromas del incienso y oculto de toda mirada humana? ¿Quién liga mis fantasías respecto de una hermosa desconocida con la tragedia de su historia familiar y después me da el inevitable albedrío de armar un puzzle de situaciones en el cual ninguna pieza encaja o desea encajar? Malditos dioses, os divertís cegando a los mortales y proyectando en sus pupilas, ignorantes de toda luz emanada de la verdad, las más absurdas y dolorosas imágenes. ¡Reíd de mí! Un caballero que empuña decidido su espada es capaz de luchar contra las tinieblas...

Balbuceó un par de palabras más y cerró los ojos. Dormía, y el humo del incienso que ascendía como un blanquecino espiral, hizo de sus formas una aparición que se asemejaba a un diablillo alado. Al rato, el palillo se extinguió y el silencio agitado de una respiración giraba etéreo por el cuarto. Gabriel dormía."

(...)

"Diario personal de Irma Vocecita (extractos):

Al mundo conocido, y al otro, presento las primeras líneas de mi diario personal basado principalmente en los hechos más significativos que se han presentando en mi vida... nací en aquel año, sin padre que estuviera aguardando mi venida, entre las manos de Irma la matrona gorda del hospital, quien, asegura mi madre, me salvó de morir asfixiada y, en honor a la gorda, mi nombre es Irma... nunca trataron formalmente de quitarme la vida, pero sí eran bastante rudos a esa edad jugando conmigo, mis dos hermanos, León y Napo... el dinero sobra, nos solía decir madre, cada vez que íbamos de compras, como si tuviera la intención de rellenarnos con cosas para alejar la cabeza de papá, un vivo que buscó su muerte, violando a la Iglesia... y la educación, siempre lo he creído, es lo más importante para una señorita, sobre todo si tiene dotes artísticos de elevada fineza, tales como el canto... así, luego de despedirme de las monjas, partí a casa, donde aguardaba el tío Jeremías y sus manos... sobre el piano, suave, y ya tengo ganas de cantar para madre, porque sé que a mis hermanos poco les importa lo que yo haga con mis cuerdas vocales... ¡Me invitó a salir! pero su poesía es absurda... un beso de amantes, de película, ardiente, aunque lo único que se atrevió a hacer fue tomarme la mano... idiota, idiota, sigues pensando en el canto... nos casamos y él promete escalar dentro del ministerio, ya que no me gustaría que nuestra hija Esperanza crezca en un ambiente que no sea el apropiado, motivo por el cual me preocupo de inculcarle los valores cristianos que se requieren en una señorita bien educada...

(extractos relevantes para la investigación por parte del Padre Alan Riberac acerca de los acontecimientos del caso G.):

...Esperanza sigue soñando con fantasmas alados... le dije, luego de aquello, que nadie es capaz de avistar el futuro, que no se preocupara, que el hijo que llevaba en su vientre no podía significar un Porvenir lastimero, como ella replicaba... la abandonó, el maldito la abandonó, a mi hermosa hija Esperanza, y Perpetuo no fue el hombre que había prometido, es un cobarde, dejó que él se marchara y abandonara a nuestra nieta, pobre Consuelo... yo también me marcho, a cantar por el mundo y ser reconocida... en su última carta me dijo “madre, es tiempo de hacer caso a las voces”... intentó lanzar a Consuelo por la ventana del edificio municipal, ante los ojos de Perpetuo, pero éste la contuvo... al vacío, desde siete pisos, sin mi nieta... mi hija muerta, eso es lo que más me duele. Creo que debo regresar a Consuelo y Perpetuo."

(Diario 3-4, I.V., A.A.)

(...)

grabación N° 14 (transcripción). 07/01/2000

Investigación ordenada por el Estado del Vaticano, aprobada por el Papa Paulo III, guiada espiritualmente por el Padre Alan Riberac.

Interrogado: Ladislao Perpetuo.

TAPE 1

LP: ¿Qué hago aquí? Mi señora me espera.

AR: No se preocupe por Irma, Ladislao. Ella está bien. En los cielos, junto a nuestro señor.

LP: Pero me espera ¿verdad? Digo, arriba. No puede... (llanto, las palabras no se

comprenden)

AR: ¿Consuelo era su nieta, Ladislao?

LP: Aún lo es. Digo, ella no está con Irma.

AR: Lo sabemos. Lo sabemos. Ladislao, escuche. La Iglesia está muy preocupada

respecto de lo ocurrido.

LP: Todo el mundo lo está. Es una desgracia... (gemido)

AR: No es una desgracia. ¡Es una vergüenza! Usar el nombre del Señor en vano es una

blasfemia inaceptable. Más aún si se utiliza para fines tan endemoniados como los

hechos acaecidos hace poco. Dígame, Ladislao (carraspeo). ¿Usted tenía cono-

cimiento de la verdad?

LP: ¿Qué verdad?

AR: ¡La verdad de ver sufrir a tantos hijos del Señor!

LP: De eso yo no sabía nada. Digo, Irma tampoco. Mi Irma, mi pobre Irma... (suspiro)

AR: ¿Nunca escuchó hablar de G. cuando hablaba usted con Consuelo?

LP: ¿G.? ¿Ese G. que trabajaba en la librería, digo, junto al local de...?

AR: Aquél, exactamente. ¿Qué sabe de él?

LP: Él me ayudó a recuperar a Irma.

(silencio)

AR: ¿Algo más?

LP: Consuelo desde pequeña repetía que se casaría con el nombre de las siete letras.

Digo, un hombre con un nombre de siete letras. ¿G. tiene...?

AR: Si. ¡Si, maldita sea! Oh, disculpad mi exabrupto. ¿Esto va en la cinta?

(------------)

AR: Entonces no pudo prever que Consuelo se entregara, sin ofender, claro, ni

ni crear malos entendidos, a G.

LP: Ella lo ama con devoción, señor...

AR: ¿No niega entonces una conexión entre ellos? ¡Esos amantes arderán en el infierno,

por los siglos de los siglos!

LP: ¿Usted cree que aún nos quedan siglos? Digo, después de todo lo pasado...

AR: Sin fe, no hay esperanza. Sin esperanza, no hay vida. ¡Tengamos fe, Ladislao!

La lucha aún no acaba.

LP: Irma diría lo contrario. Diría que estamos felizmente condenados...

(Fin TAPE 1)

(...)

Artículo escrito por el testigo Dédalo Soturno en el diario “El Capital”, 1999, diciembre:

Alegando ser un enviado del Señor, el supuesto profeta G. ingresó a la Catedral de nuestra ciudad, proclamando la venida del Redentor. Sus palabras, que poseían un tono bastante sincero y encerraban una febril creencia, fueron las siguientes:

“Aquí me encuentro, entre ustedes, hijos del hijo del Señor, manifestaciones del poder divino, seres engendrados por la magnificencia de Dios, para obligarlos a oír las revelaciones que he tenido durante mis vidas; el niño ya ha sido concebido y nacerá como un humano corriente, pero tendrá los poderes del Conocimiento (recalcó), la capacidad de enseñar al ignorante, el deseo de enmendar los errores de la historia. ¡Deben dejarlo vivir! Cuando le reconozcan, cuando le vean, sabrán que mis palabras no ocultan nada más que la verdad. Él llevará el nombre de su Padre y arrastrará su Dolor entre las naciones, procurando esgrimir al Amor como una espada afilada para la Justicia y el Consuelo. Será sincero, benevolente y piadoso, puesto que, a diferencia de su Padre, él no será eterno. Su madre será injuriada, insultada, expulsada de la sociedad. Y ella se marchará y no replicará a aquellos que la llamen la portadora del Demonio, porque en ella crecerá la final esperanza de los Hombres”.

Luego, según recuerdo, se volteó hacia el altar principal, se arrodilló, y lloró desconsoladamente. A todos nos embargó un sentimiento de culpa, de vida, de esperanza:

“Hijo, hijo mío, tu Padre es quien se sacrificará por ti, para que no tengas que entregar tu alma a las tenebrosas conspiraciones de los Hombres...”

Fue entonces que abrió los brazos ante el Cristo y sus manos irradiaban una intensa luz rojiza. “Hijo, he hallado a mi Consuelo”, logré escuchar antes del estruendo. Estábamos tan magnetizados por la presencia de G., que fue demasiado tarde para escapar a la explosión de llamas. Yo estaba sentado al final de las bancas de oración, por lo que pude escapar a la detonación. Los demás, todos los demás asistentes a la misa, murieron calcinados, inclusive G. A veces pienso que Dios quiso que me salvara...

(...)

grabación N° 1(transcripción). 02/01/2000

Investigación ordenada por el Estado del Vaticano, aprobada por el Papa Paulo III, guiada espiritualmente por el Padre Alan Riberac.

Interrogado: Consuelo Perpetuo.

TAPE 1

AR: ¿Sabe que la llaman la portadora del Demonio?

CP: Lo sé. Lo sabía de antemano.

AR: ¿Usted conoce las razones por las cuales su esposo...?

CP: No era mi esposo.

AR: ¿No? ¿Está embarazada de un desconocido?

CP: No. Él fue mi esposo. Es una larga historia. Serían siglos de relatos.

AR: Claro, fue su esposo porque está muerto. Perdón, no quise ser grosero...

CP: Pero lo es. Él está muerto y no es mi esposo por ley, sólo por memoria.

AR: Bueno, como usted diga. ¿Sabía usted que su abuela iba a estar presente ese día

en la Catedral?

CP: Si.

AR: ¿Y por qué no la detuvo?

CP: Ella quería estar presente. Ella lo inició, ella estuvo al final.

AR: Bien raro todo esto. ¿No cree?

CP: ---

AR: Bueno, sigamos. ¿Qué razones tenía G. para detonar la Catedral y asesinar a tanta

gente? ¿Era fanático de alguna secta?

CP: Fue un sacrificio. Dígame ¿Usted va a olvidar esto tan fácilmente?

AR: No, no lo creo. ¡Es un desastre!

CP: Por ahora. Sólo por ahora. ¿Y sabe por qué?

AR: Cuénteme por qué.

CP: Porque Gabriel tuvo una visión que compartimos juntos desde épocas

inmemorables...

(Fin TAPE 1)

(...)

(Carta a su Santidad el Papa)

No fue posible encontrar más evidencia respecto del caso G., por lo que declaro cerrada la investigación hasta la aparición de nueva y más concluyente información. Dios nos ayude a encontrar la senda.

Padre Alan Riberac

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