sábado, marzo 10, 2007

No exija explicaciones, señor Cóndor sin alas.

Soñó que podía volar. Hacia arriba, hacia abajo, girar, caer en picada, estar a medio metro del suelo flotando y moviéndose a gran velocidad.
Había un tren en su sueño. El paisaje era campestre, rural, europeo. La máquina avanzaba por los gastados rieles y él se acercaba a la ventana a saludar a los pasmados viajeros.
Entre ellos, una mujer resaltaba.
La quedó mirando fijo, la gente se apartó para que los amantes pudieran reconocerse.
Fue entonces que llegó el túnel y, contrario a sus sueños, se estrelló contra unas piedras.
El tren no se detuvo.
La vida tampoco.

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