martes, enero 16, 2007

A la izquierda, yo. A la derecha, mi hermano.

Mi hermano era muy astuto. Cuando vivíamos en Austria y mis padres invitaban gente a comer, mi madre nos llevaba pocillos con maní, papas fritas y otros. Entonces mi hermano desarmaba su cama, se subía y soltaba un rugido. Yo me reía. Luego me decía que podía comer como un león y rugir al mismo tiempo. Pero para eso necesitaba mis pocillos.

Mientras yo reía encantado por su actuación, él se comía mi porción de maní, papas fritas y otros. Todo este tiempo creyó que me había logrado engañar. Lo cierto es que yo sabía lo que estaba haciendo. Y qué. Lo importante era pasar un buen rato con él antes de que mamá o papá nos ordenase acostarnos y dormir.

Era uno de esos buenos momentos que sólo un niño puede construir, porque sabe perdurarán en el tiempo...

Y es así que les cuento una alegre anécdota de mi infancia junto a mi hermano mayor.
Porque perduramos en el tiempo...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente, la foto es bastante descriptiva, el de la izq, es un niño de mirada tranquila, aunque un poco triste, el de la d., no parece tan ingenuo, siempre con la guardia puesta, por si al gato, se le ocurre despertarse.

P.S. Espero tengas un buen recuerdo de Austria.

Anónimo dijo...

Cuando te escribí éste post, no había leido el otro, guardo la esperanza de saber que todo fué un mal sueño.