domingo, diciembre 18, 2005

La vida reciente.

M anoche salió, fue a la despedida de soltera de una compañera de colegio. Llegó temprano y tarde, justo a la hora de la madrugada en que no se reconoce el límite entre el día presente y el día que viene. Durmió sólo una hora, los pájaros pequeños llenaban la mañana con su canto de hambre, aquellas dos horas en que la calle en que uno vive pareciera ser una jungla llena de animales y los oídos se saturan, los ojos no se cierran, los pájaros no cesan de meter ruido.

M durmió en la tarde un par de horas. Una siesta que la recompuso. Se despertó y dijo: vamos por un helado. Bien, respondí, vamos por un helado.

Cinehoyts estaba como la mañana que dominan los pájaros con su canto: mil personas, circulando, hablando, riendo, corriendo apurados a la función... Un escenario, para mí, agotador.

Caminamos de regreso. Le voy contando a M una historia que se me ocurrió y veo a dos adolescentes, una chica y un chico, que van por la vereda del frente en bicicleta. Ella se lanza hacia la calle, cerca de un auto. Qué irresponsable, casi se mata, le dije a M y seguimos caminando. En eso, los chicos se detienen, y ella comienza a llorar.

Los dos chicos habrán tenido 15 o 16 años. Ella comienza a golpearlo, tira la bicicleta, llora a gritos, le grita a él que se siente sola, que se quiere morir, que lo estuvo esperando como una idiota. Ok, pensamos con M, pelea de pololos adolescentes. Pero el evento se transforma en tragedia cuando me giro y veo a la chica, en mitad de la calle, diciendo, ¡me quiero morir, me quiero morir...! El chico, su pololo asumo, se lanza a la calle, la agarra con fuerza y la arrastra hacia la vereda. Los autos pasan. Me quedo mirando. M me dice, si vas a llamar a los pacos, llama ahora. Los quedo mirando, él la tiene sujeta, aprisionada contra la reja de una casa. La chica llora, grita, la angustia que tiene le ha nublado los sentidos de la razón, sólo piensa con el corazón roto. Y me quedo mirando. ¿Qué puedo hacer? ¿Cruzar la calle, retener a la adolorida chica, evitar que se tire de nuevo a la calle? ¿Por qué me siento responsable? ¿Por qué quiero evitar una tragedia, un suceso que no me incumbe, porque nunca se ha topado con mi línea del destino hasta hoy, frente a mi casa, donde veo a la pareja pelear por algo que seguramente ocurrió días atrás?

En el mundo, avanzando entre la gente, chocas con las emociones y el dolor de otros. Es la manera más sincera y verídica de sentir que estás vivo: podrías sentir el dolor de aquella chica en algún momento, ser tú el que grite ¡me quiero morir! y no morirte.

¿Qué podía hacer? ¿Cómo entregar consuelo?

Estamos solos. Un espejo somos donde se refleja lo que es la vida. La chica apenada y su reflejo rebotando en mi persona. Un espejismo del ser, del amor, del dolor provocado por aquello que amas y te traiciona.

¿Qué hacer más que seguir siendo humano?
¿Intentar ser un héroe?
¿Jugar a eso?

Es duro pensarlo.

1 comentario:

Andrés Orfali Plaza dijo...

"...sólo piensa con el corazón roto." Me gustó esa frase. Además de tu talento desplegado por el desorden abecedario que leí.