Al espejo me he mirado.
¿Y quién es ese?
Ojeras profundas se mecen bajo los ojos:
ese no es otro que el que debe ser.
Y ya saben, lo profundo del reflejo,
es un espejismo de metal bruñido:
el otro, el irreal, es casi tú mismo.
Casi.
Porque el espejismo y sus ojeras,
desaparecen cuando la luz se apaga
o el ángulo óptico excede el punto ciego.
Y tú quedas.
De este lado.
Donde el dolor
(o el placer)
no es un efímero reflejo.
domingo, septiembre 11, 2005
Allá/Acullá.
tecleado por Mat. cerca de las 3:05 p.m.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario