domingo, marzo 20, 2005

La ciudad que nunca duerme.

Mi vecino en estos momentos tiene montada una notable jarana al ritmo de los clásicos pop de los ochenta: Madonna, Cindy Lauper, y otros.

Será una reunión de viejos compañeros.

Escucho como se van algunos por el pasaje, riendo.

Las fiestas que escuchas alrededor por las noches siempre suenan como si fueran la mejor fiesta nunca hecha.

Son rituales privados que mejor vale no perturbar. El llamado a los carabineros es una herejía y una falta de respeto. Una noche de música y carcajadas no mata a nadie. A menos que la fiesta, inesperadamente, irrumpa en tu casa.

Pero es dudoso que ocurra eso. Las mejores fiestas son las lejanas.

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