Siguen pasando los aviones, como bandadas de motores con alas. Algunos son de combate, otros de transporte, al resto no los identifico. Vuelan hacia el norte casi siempre en formaciones de tres o cinco. Es la altura a la que planean lo que llama la atención: cerca de la superficie de edificios de la ciudad, buscando quién sabe qué. Alguien sabe, ¿pero quién? Exijo me den el nombre de la amenaza. Si va a explotar una bomba nuclear agradecería me lo dijeran, porque la van a sufrir millones más uno: yo.
También aterrizo mi nave mental de complots y pienso que están cambiando aviones de una base a otra. Nada, sólo rutina.
La gente miraba por los balcones. Los niños alzaban la mirada. Una señora los veía pasar con el ceño fruncido y rostro preocupado.
De pronto me sentí en una mega-producción de Emmerich/Spielberg y que los aliens atacarían en cualquier momento: “El día de la Independencia 2: Chile y la Guerra de los Mundos”.
Uf.
Mal título.
Ya veremos.
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