lunes, febrero 07, 2005

Cuento Breve V: Se debe vivir.

La mujer revuelve una olla mitad vacía. En un brazo, el niño de 2 años. Lloran. Por los delgados cristales retumba la corrida de autos en el lento tráfico de cada día. Son pobres. La mujer sabe que puede resistir, pero su bebé de 2 años...
El esposo es un buen esposo. No es su culpa la cesantía. La culpa la tiene la mala suerte. Porque ellos formaron familia bajo la bendición del cielo. Es una prueba. Sólo una prueba. Pero el bebé de 2 años tiene hambre...
La puerta se abre. La mujer mira a su esposo. No puede descifrar el rostro del hombre.
-¿Cómo te fue hoy?
Silencio. El esposo se queda parado ante la puerta.
-Entra, que hace frío, cierra la puerta -dice la mujer y se concentra en la olla.
El esposo obedece. Se sienta en una banqueta y sobre la pequeña mesa de cocina deja un grueso manto negro doblado prolijamente. En la pared apoya una guadaña. La mujer mira ambas cosas.
-¿Tengo que coser algo?
-No es nada, es sólo una capa, te demoras cinco minutos.
-Ya, pero la guagua quién la cuida.
-Yo me quedo con ella en brazos. Al menos conseguí trabajo, mujer.
La mujer mira la guadaña.
-Tienes razón, esposo. Al menos tenemos eso.
La mujer toma el manto y desaparece por un oscuro pasillo. El esposo juega con su hijo sin notar que la olla se está sobrecalentando, que explotará, que le quemará la cara y con precisión quirúrgica caerá para ser cortado por la mitad por la guadaña para dejar a su esposa viuda. Con un niño de 2 años. Y en la pobreza.
El trabajo de la Muerte.

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