miércoles, septiembre 08, 2010

Ver.

Veo que no hago nada acerca de lo que voy a escribir. Veo las calles limpias mientras una mujer mayor barre sin entusiasmo una esquina. Veo que nos tapan de avisos de actores, actrices, modelos, que nos recuerdan que somos feos, tenemos el pelo reseco, debemos bajar de peso y no estamos a la moda. Veo un camión de basura recogiendo todo lo que nosotros, otros, yo, desechamos y pienso cuánto es lo que ganarán aquellos hombres de ropa sucia, guantes rotos, trajes que apenas los cubren para cubrirse de la basura, cuánto ganarán, si lo suficiente para recorrer las calles de día y de noche llevándose lo que no queremos acumular en nuestras puertas, lo suficiente para llegar a casa, abrazar a un hijo o dos o tres y besar a su mujer y si tendrá suficiente agua para darse una ducha que lo limpie del hedor de los desechos. Veo la portada de un diario que anuncia que tal se portó indebidamente con tal y que eso requiere toda nuestra atención, porque nuestras fútiles, aburridas vidas no están a la altura de escándalos amorosos, sexuales, o fin de temporadas de telenovelas. Veo mujeres que compran carteras en la calle que son imitaciones baratas de lo que debe llevarse colgado del brazo. Veo que se venden joyas que son meras ilusiones de lo que se debe llevar alrededor del cuello. Veo que se venden los libros que más se venden, sólo que estos libros son pirateados, fotocopeados, tienen portada y letras pero no contienen el original del autor de aquellos relatos. Veo niños que compran juegos en las veredas porque no les alcanza para comprar los verdaderos, porque en la tienda donde se venden los que vienen de fábrica cuestan cuatro veces más. Veo entonces que nadie se mira o todos miran hacia otra parte, porque compran lo que no es y deben sentir vergüenza o quizás no, porque las actrices, actores, modelos nos señalan lo que tenemos que hacer, tanto, que generan la compulsión en la gente de creer que es así como se debe vivir, y no es más que un imperativo categórico si entramos en la filosofía que resulta una paradoja. Veo que en la calle me ofrecen tarjetas de crédito. Veo que al entrar a mi cuenta corriente me ofrecen préstamos de sumas tan altas que tientan, aunque luego el sentido común me retiene y me susurra que si acepto estaré amarrado al banco como su mascota y tras las rejas de los interéses. Veo lo que llaman asesoras del hogar paseando perros de juguete que no son suyos pero los amos no tienen el ánimo de dar una vuelta a la cuadra llevándolos de la correa. Veo asesoras del hogar paseando niños pequeños en sus coches y me pregunto dónde está la madre, el padre, son huérfanos de 8 de la mañana a 8 de la noche y la asesora del hogar tiene que suplir a los padres. Veo niños cargando sus mochilas de la mano de asesoras del hogar. Veo tantas cosas que los ojos se me secan porque no he pestañeado mientras escribo sobre lo que veo no es correcto pero no hago nada por corregir.

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