sábado, febrero 27, 2010

TERRORmoto.

3:34 de la madrugada. Abro los ojos mientras me sacuden del hombro y dicen, Matías, Matías, está temblando. Me incorporo, el temblor se magnifica, se convierte en terremoto. Escucho que algo de vidrio, o varias cosas, se estrellan contra el suelo, estallan y se quiebran. El televisor amenaza con venirse abajo. Mi mujer está junto a mí en la penumbra, no hay electricidad, no hay luz, todo se mece y por un momento pienso que el terremoto entre 8 y 9 grados en la escala de Richter va a socavar el piso y terminaremos cayendo con cama y todo encima de mis vecinos en el piso 10. El edificio se sacude sinuoso, los objetos salen volando, un librero no resiste el embate y cae sólo a centímetros de mi mujer. Me quiero levantar: El edificio se balancea como mono porfiado, pienso, no voy a llegar muy lejos. El acuario. El pez en el acuario. Me viene a la mente cuando escucho el estruendo del acuario y el sonido del agua que escurre por el piso. Un oxímoron ataca mis ideas: el terremoto me parece un instante eterno.

Llega la calma.
No hay luz.
Nunca hay velas.

Nunca está uno preparado para despertar de madrugada al vaivén furioso de la Naturaleza.

Pero estamos vivos.
Eso supera todos los miedos.

Aunque otros no fueron tan afortunados...

1 comentario:

Mariana dijo...

Ay Matías! como me alegra que estéis bien. Supongo que fué horroroso. Yo acabo de volver de Indonesia, y allí es algo que sucede con mucha frecuencia.

Siento verdadero terror, todo lo que no se controla nos produce mucha inseguridad, al menos a mi.

Pero como puedes vivir en un piso 11?, no te imaginaba viviendo en un sitio así, creo que no va con tu persona ja ja. No me gustaría nada vivir en una mole de esas que parecen hechas para insectos!!

Un abrazote.