miércoles, febrero 21, 2007

La hora del cambio.

Las calles casi vacías, el cielo negro y sin estrellas que amenaza con truenos y lluvia, los edificios con los balcones cagados por las palomas, los perros que buscan entre la basura acumulada en las calles, las legiones que vienen de los sectores marginales a escarbar entre los desechos de los afortunados, buscando cartones, latas, botellas e incluso comida en mal estado, cosecha con la que cargan sus triciclos y emprenden el regreso a sus hogares hechos de cartón, planchas de zinc, con suelos de tierra, hogares en donde esperan los hijos que aún no tienen edad para acompañar a sus padres en el trabajo de recorrer Santiago buscando en la basura de otros lo que para ellos es sinónimo de comida, abrigo y, a veces, si Dios es generoso, de diversión, como una pelota de fútbol desinflada o un televisor que aún funciona.

Santiago de noche se transforma. Toda la gente que camina a paso rápido por las calles del centro cargando bolsas plásticas, mirando ávidos las vitrinas iluminadas, todos los ejecutivos con sus trajes oscuros y corbatas de seda, los pacos, los quiosqueros, las mujeres desenfrenadas y sensuales que atienden los cafés, los fanáticos religiosos que gritan los salmos para redimirse, el mendigo que en una esquina pide, desde hace años, una monedita porque esta ciego y que a la tarde se levanta, compra el diario y se lo lee en la micro a casa, todos ellos antes de que caiga la noche desaparecen y entonces otros personajes toman su lugar. Después del ocaso incluso los sonidos y los olores son distintos. Una fría brisa serpentea entre los edificios y barre el aire espeso mezcla de frituras, gases de autos y el aroma de miles de hombres y mujeres bajo el calor de la ciudad. Las micros también se han ido y los bocinazos y el tronar de los motores da paso al suave ronroneo de una maquina que avanza lentamente echando agua y cepillando las baldosas de la calle. El metro inicia su último viaje, ya no se podrá salir del centro por debajo de la tierra. Para llegar será necesario caminar o tomar un taxi, y ambas opciones conllevan peligro.

Es el momento en que aparecen las prostitutas perfumadas, haciendo notar sus encantos con mucho escote, poco sostén, blue jeans apretados o mejor pantalones de cuero y todo esto coronado por unas botas altas brillantes e insinuadoras. Se dirigen a las esquinas y bares en donde seducirán a hombres muy dispuestos a que los seduzcan y cuyas billeteras están llenas de lo necesario.

También es a esta hora cuando los niños de la calle llegan a la plaza de armas y bajo la esfiguie de Pedro de Valdivia inician la venta de drogas al menudeo u ofrecen servicios sexuales a cambio de droga o dinero mísero. Los arbustos y arboles que rodean la plaza serán durante esta noche testigos de los impulsos mas primitivos que un ser humano lleva en su alma…


Senén Cornejo Bunger.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

nunca pense que escribia tan bien... SI!!!!!! ERA UN GENIO EN TODO...
besos
carola

Mat. dijo...

Prima,

Escribía tal como pensaba.
Su imaginación cautivaba a cualquiera que quisiera poner atención y sus relatos rozaban, a veces, lo fantástico e inverosímil.
En ciertas ocasiones me recordaba al ciego de Homero; se me venía la escena a la cabeza de cómo el griego tuvo que haber reunido a distintas generaciones alrededor suyo y traspasarles los Mitos que aún el Hombre se sigue contando a sí mismo.
Sus favoritos eran Hemingway, Vargas Llosa, Dos Passos, Böll, Tolkien, Solzhenitsyn, Bukowski, Poe, Lovecraft, cualquier libro sobre la historia de Roma, Doyle, Yoshikawa, la revista National Geographic, la Enciclopedia Británica, Freud, Conrad, Kennedy Toole, Asimov y todos los libros de la biblioteca infinita de Borges.
No podría mencionar a todos.
Le gustaba tanto la realidad como el imaginario.
Le gustaba imaginar.
Y su pluma seguía su pensamiento, dejando en claro su patente compromiso social y su preocupación por los desposeídos.

Ese es mi hermano.
Complejo y humano.
Genial.

Un beso,

M

Anónimo dijo...

Porqué será? yo pensé que el autor eras tú Matías.