Mi padre, aquella figura Bíblica a la que debo honrar, no tiene vicios. Tampoco es que sólo tenga virtudes y esté cercano a ser un santo. Simplemente tiene conciencia.
Sí podríamos buscar el nombre perfecto para una enfermedad que le afecta, nada dañino o letal, sino una obsesión que le es particular: el respeto por la Historia y el deseo de estudiar el por qué y para qué de varias situaciones históricas, como por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial, la vida de los piratas mercenarios, la colonización de América, las estrategias romanas de batalla. Etc.
¿Y por qué escribo todo esto? Sólo porque me voy de viaje, al fin, a una isla perdida. Entonces me acordé de los piratas. Y de mi padre y su Historia.
La memoria, ya saben. Hace lo que quiere.
lunes, noviembre 06, 2006
Holbox.
tecleado por Mat. cerca de las 11:36 p.m.
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