Jugaban a las canicas todos los martes. No tenían que pedirle permiso a nadie: en el Universo eran sólo ellos dos.
Un día, uno de ellos llegó tarde. El otro, enfurecido, le arrebató las canicas y las dispersó por el Universo. Y se hicieron los planetas, estrellas y hoyos negros.
El que se quedó sin canicas era el mayor: decidió enviar al otro al Infierno.
Solo, ya sin nadie con quien jugar, fue a sentarse entre lava y ácido sulfúrico. Por casualidad, encontró una de sus canicas, pero no podía distinguir bien cuál era. Entonces dijo: hágase la luz.
Y la luz se hizo.
jueves, marzo 16, 2006
El inicio del Universo.
tecleado por Mat. cerca de las 5:19 p.m.
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