Tocan a la puerta
(es tu mente y)
el cuerpo sin voluntad envía un pensamiento:
señor yo mismo
quien le llama a estas horas es su vecino
el desencanto
(no escuches, que el pensamiento cierre las puertas)
y sin afán de robarle nada
sólo un poco de sueño
se me ha encomendado decirle:
mañana, cuando despierte
(no lo oigas, ¡que cierren!)
se sentirá un poco
cómo decirle
(¡que cierren ya esa puerta!)
se sentirá...
(y el pensamiento vuelve al cuerpo)
Tocan a la puerta.
Pero estás durmiendo.
Suerte de tener
-a veces-
con llave la voluntad mientras decanta
el frío y la noche y el tormento
de la mente.
Ahora, descansa.
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