lunes
Cuando leí El Gran Meaulnes caí en la cuenta que la vida puede ser una breve fantasía de intensos amores, aventuras prohibidas, castillos ocultos. Fuera de este mundo existe otro mundo, el mío, el que jamás tendrá pasaporte terrestre, mi planeta elíptico detrás de las cortinas del universo.
Comienzo la semana sintiendo que cargo sobre mis espaldas el infortunio de los hombres que nacieron y murieron antes que yo, aquellas tristes almas que intuían que el mundo se construía sobre mierda y paredes de hielo. ¿Qué soy? ¿Un rebelde oculto? ¿Un idiota que imita la voz de los otros y oculta con pericia la lágrima arrebatada de mis ojos por la daga del arte, el arte del cine, el arte del amor, las mujeres, el aire y una vieja vagabunda?
Lo que pasa es que soy un castillo asediado cuyo ejército escapó por la puerta trasera, no por cobardía, si no por sobrevivencia. Mara, la mujer que amo, era la única guerrera construida en piedra capaz de esperar eternamente la apertura de mi reino. Y no pude. Y no quise. Siendo rey de mis tierras, hombre de ciencias, poeta, escritor, no fui capaz de enseñar las habitaciones que guardaban mis maravillas, los tesoros del corazón.
Pero el corazón es un músculo inmune al dolor y los sentidos.
Llego a la oficina. El jefe aguarda, los dientes afilados, el terror del cancerbero. 9:01 am. Yo, héroe, antihéroe, urbano superhéroe sin poderes, constructor de pirámides, remero esclavo de barcos romanos... llego tarde a la pega y me invita el jefe a su despacho. La cárcel del carcelero.
-Tarde, como siempre.
-¿Verdad?
-No se haga el idiota, Alonso.
-¿Estoy despedido?
-Por supuesto.
-Entonces le pido mi adelanto.
-¿Qué adelanto?
-Por las horas extras. No sea negrero.
Los guardias de seguridad amablemente me sacaron. Luis, el más flacucho de los dos me convidó un cigarro. Estaba preocupado por su polola. La había dejado embarazada, no tenían cómo pagar los gastos de una guagua. Los padres de ella si se enteraban armarían la casa de putas. Yo miro a Luis y tiro lejos el cigarro, que cae entre los zapatos de un cartero.
-Mira, Luis –el tono de mi voz era profético-, lo que debes hacer, ahora, ya, sin pensarlo, es agarrar tus pilchas y partir a Bolivia.
Nunca más supe de Luis.
11:08 am. En el bar de Don René conseguí me fiaran unos cuántos shops. Estoy ebrio en cerveza. Patético. Que no se me olvide comprar migranol camino a casa. El dolor de cabeza más fatal es aquél que no es previsto.
Martes
Abrí un ojo. El mismo techo de todas las mañanas. Abrí los ojos y bostecé con entusiasmo o aburrimiento, no sé, era el mismo techo y detrás del techo el mismo aire, las calles llenas de gente, por qué, para qué levantarse tan temprano, el ruido del tráfico entra en mis oídos, es como el grito de una enfermedad, no quiero despertar, me quedaré bajo las sábanas y las sábanas serán mi escudo y seré inmortal, dormido por siempre en una habitación barata del rincón más decadente de la espesa y amarga ciudad.
Pero tengo hambre. Visualizo el desayuno, tal vez unos huevos revueltos, un café cargado, pan, después de todo sigo siendo un animal que ante los signos de la sobrevivencia, ante los crujidos del lastimado estómago, baja la bandera de los ideales y le hinca el diente a algo. A lo que sea. Y ahora que lo pienso el poder es el hambre insaciable de la humanidad. ¡Pero qué estoy haciendo! Pensando, pensando, medio dormido, débil por la hambruna. ¡Levántate y desayuna!
El efecto de la madrugada es devastador en mi cuerpo. La gravedad enloquece y me hago más pesado, la sangre se transforma en acero. Oxidado llego a la cocina. Por las persianas de la pequeña ventana entra la luz. Otro día.
Donde trabajo mis compañeros no hacen ningún esfuerzo sincero por respetarme. Eso, claro, es lo de menos, porque entre los fracasados de mis colegas se encuentra Mara. Con Mara todo cambia. Me siento sano, puro, protegido por la imagen de algo indefenso. Ella es un diamante entre el vómito por el cual navega aún el arca de Noé. El diluvio nunca se detuvo. Lo que pasó es que el hombre aprendió a construir por sobre el agua ignorando el castigo de Dios. Tal vez Mara sea un ángel.
jueves, septiembre 08, 2005
INCONCLUSO/ creado el miércoles 23 de Octubre de 2002. 08:16.
tecleado por Mat. cerca de las 11:00 a.m.
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