Un único evento y las cenizas silentes.
Vivimos en la misma ciudad, esta gran ciudad, la capital de concreto y modernismo "manito de gato", esta ciudad que la acusan de centralismo y pedantería tercermundista: Santiago, la capital de Chile.
Y en esta Ciudad-Dédalo viven 6 millones de Hombres-Ratón, que poco a poco van tratando de aprender cómo moverse en ella sin sufrir descargas o violentos accidentes. O simplemente, tratan de no encontrarse con alguien a quien no quieren ver, a alguien con quien trataron de sobrevivir juntos el laberinto. Esos solitarios, entristecidos, descorazonados ciudadanos que creen que se puede existir entre las 6 millones de sombras de desconocidos para tratar de olvidar.
Pero no se puede olvidar a menos que te extirpes el lóbulo frontal del cerebro, cirugía que no se ofrece en las clínicas de "cuerpo y alma" porque es inhumano y costoso. Mantener un vegetal humano va más allá de echarle agua de tanto en tanto.
Nuestro héroe urbano, sin nombre por el momento, decidió que quería estar solo. Aislado. El resto no le dejaba pensar, un enjambre de ociosas abejas le parecían los otros, revoloteando, zumbando, y ninguno se callaba, siempre hablando del éxito, de las mujeres, del dinero, del esto y del otro.
Nuestro personaje principal estuvo gravemente deprimido. "...Al borde de la cornisa/casi a punto de caer..." Un mal de amores. Tratable con pastillas y agotadoras horas de sueño. Pero incurable.
Un alma enferma. "Casi ni se nota la línea de la vida", le dijo una bruja. Qué se va a notar, se dijo nuestro protagonista, si ellos dos, mi mejor amigo y la mujer que amo, un día cualquiera de verano me dijeron a coro, "estas cosas pasan, estábamos pensando cómo decirte..."
miércoles, septiembre 14, 2005
Estas cosas pasan, estábamos pensando cómo decirte...
tecleado por Mat. cerca de las 10:02 a.m.
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