martes, septiembre 20, 2005

De regreso a la gran ciudad luego de dos amables tardes en La Serena.
Ya lo dijo Shevek y lo interpreto:
¿Dónde van todos tan apurados, con los rostros grises, preocupados y sombríos?
La multitud de individuos no se diferencia en nada, cada uno lleva el semblante rígido, da la impresión que la vida se acaba al final del camino...
¿se acaba la vida al final del camino?
¿o es el final del camino el retorno necesario para dar el real sentido al viaje?
¿es que vamos de regreso al abismo o a contagiar a los otros de la serenidad alcanzada durante nuestro retiro?
Algo falla en nosotros, o en mí, pero yo soy todos y todos son yo...

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