La cosa fue así. De alguna parte, en agún lugar, surgió el primero de nosotros. Pero no estaba solo, porque se reprodujo. O sea, venía evolucionado desde el comienzo, porque compartía con el resto de las bestias la capacidad de reproducirse. Y disfrutarlo para hacerlo continuo para la sobrevivencia de la especie.
Este hombre temprano, feo me imagino, tuvo relaciones y por consecuencia tuvo pequeños. Cuando se da cuenta que estos pequeños no son sólo grito y comida, que al crecer tienen imaginación, que de niños inventan cosas, ayudan y son fuertes, los adopta: son suyos, son sus herramientas y sus músculos, son su sangre renacida. *Y Freud introduce una nota en este párrafo diciendo que el Padre reprime a la prole de acercarse a las mujeres para él controlarlos y sublimar el deseo sexual en trabajo y desarrollo. Dando nacimiento a la Civilización, el deseo contenido. Bueno, este es un mundo libre, Freud puede decir lo que quiera.
El hombre temprano descubre la voz de mando. Primero a través de la violencia, luego por la política. Aprende a señalar, a darse a entender, a crear palabras, a escribirlas, anotarlas y dedicarse al estudio. Aprende hacer La Guerra.
Para lograr un orden, el hombre temprano somete al mundo a una interminable violencia. El hombre temprano desconfía de los otros: algunos de ellos necesitan ser reyes para sentirse seguro entre los suyos. Y lo que lo desespera es saber que queda tanto por descubrir. Hoy en día, no queda rincón para esconderse. La Guerra se hace en silencio y el deseo de conquista se transforma en la adquisición de bienes y dinero. Suena comunista, pero es la única forma de expresarlo.
(extracto primero, publicación pendiente.)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario