Sin decirlo, lo dijo, claramente. Mi amigo C.
“¿Acaso has cambiado tu vida para despertar por las mañanas y mirarte al espejo y sentir que todo sigue igual? ¿Acaso le has prometido amor eterno a una mujer para darle el mismo abrazo que le dabas antes? ¿Acaso crees que ella te escogió para no recibir nada de ti? ¿Acaso ella no te va a entregar una nueva vida, una vida mejor, acaso no ha jurado ella amarte eternamente? ¿Y tú sigues despertando por las mañanas con el mismo brillo en los ojos? ¿El opaco reflejo del hombre que quiere amar pero arrastra una sombra de melancolías? ¿No es ella quien te hace desear ser un mejor hombre? Entonces, ¿por qué no ha cambiado nada? ¿Qué quieres de la vida y de ella? ¿Respuestas? No, compadre, nada de respuestas, sólo arrancar hacia delante.”
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