Al agitar la pluma, las gotas de tinta
manchan en desorden la hoja:
lo mismo es este libro.
Una hoja y su tinta.
El asteroide 2002NT7 viene directo hacia nuestro planeta. Los expertos dicen que nada hay para preocuparse, que se desviará, será absorbido por la órbita de otro planeta, que la probabilidad de que impacte la tierra es similar a que un koala llegue a nado a las costas de nuestro largo, estrecho país para iniciar una nueva colonia.
Pero, digan lo que digan, miren por donde miren, en esos monumentales juguetes que observan puntitos brillantes en la densa oscuridad del Universo... A ver qué pasa el día que se topen con la cara de Dios haciéndoles raras muecas de estrella divina.
Con asteroide o sin asteroide, este mundo se muere. Mírenme a los ojos y díganme honradamente que soy un pesimista dictatorial, nieguen que el mundo llora por un respirador artificial y unas vacaciones all-included en alguna playa caribeña.
Los continentes nunca se debieron haber separado, por lo menos así estaríamos más cerca unos de otros, escuchando la angustiada respiración de los niños, el llanto de las mujeres, oliendo el intenso líquido que emana de los poros de un hombre asustado. Ay, ya lo decía Juanito, el niño idiota del barrio: “yo no juego con ustedes, porque todos ustedes son malos”. Juanito es uno de los tantos pecados que he de cargar de aquí al 2019, año en que el maldito pedazo de roca interestelar caerá sin ser invitado siquiera por la ONU en algún lugar de la deforme pelota terrícola, tal vez en Groenlandia o quizás en la casa de mi vecino. ¿Y qué pensarán hacer? ¿Avisarnos por correo certificado que un gran terrón se acerca a nosotros a una velocidad espeluznante? Por favor, evacuen el área. Y quién me cuida el jardín, Señor, por favor, el 2002NT7 viene bajando, pero mis plantas.
Ahora nos haría falta un Superman. O un gran láser construido en el espacio, como sugirió un ruso de alto cargo. Confío más en Superman y pone más nervioso aún pensar que los rusos creen que la solución de las soluciones sería montar un enorme disparador de energía flotando como una inofensiva pluma sobre nuestras cabezas. Carajo, el asunto del asteroide es bastante más interesante de lo que esperaba. No hay Superman, entonces debemos ofrendar nuestra confianza a quienes el cálculo renal de las galaxias los tiene sin cuidado. No creo que llegada la hora fatal en que el presidente de los EEUU nos informe a toda la población mundial del impacto inminente del áspero asteroide, me ayude a dormir mejor.
Tengo 24 años. El 2019 tendré cuarentiuno, es decir, la primera próspera mitad de mi vida se verá calcinada por un infame pedazo de qué sé yo, que vino de quién sabe dónde, y que tuvo todo un universo para incrustarse. No, no quiero otro lugar, me gusta la Tierra, se ve tan bien desde aquí, azulito y calmo, dan ganas de reventarlo como a un globo.
El Piojo se ríe en mi cara. Cree que soy un paranoico, un alarmista, algo parecido a los profetas del Apocalipsis que se paran en pleno paseo Ahumada con un chirriante parlante y un micrófono de juguete.
-Ríete, pero el día que veas al cielo ponerse rojo como un fósforo recién encendido vas a ponerte de rodillas a rezar.
-Tal vez llore -me responde sacándose un pedazo de carne con un palillo- pero lo de rezar ni te lo esperes, antes hago el servicio militar.
Nadie comparte mi angustia, este terror a la muerte, el conocimiento que rodando ingrávido se acerca una isla de dos kilómetros de diámetro.
Por eso, hoy 28 de Julio de 2002, 23:03, he comenzado a escribir mi bitácora. Daría algunos datos más, como cuántos segundos faltan para el 2019, pero perder el tiempo en esas tareas matemáticas me distraen del verdadero fin: adelantarme al futuro, crear un devenir acorde a lo que mi imaginación desee expresar. Soy, desde este preciso momento, mi propio Destino, nada puede interferir con las elecciones que tome, las críticas que haga, desde ahora camino entre ustedes, mortales, cargando en mis manos el mayor de los poderes. La libertad.
Una veloz revisión al pasado me deja bien aturdido. No puedo creer que he desechado tanto en tan poco tiempo. Me he comportado como un simio, de rama en rama, un grito aquí, un grito allá, en concreto nada, estoy vacío de experiencias, la sangre aburrida hace su circuito, no he probado aún el caviar. Mejor no hacerlo. Los rusos locos han de querer construir la estrella de la muerte para destruir al asteroide, luego de comer tanto de los pequeños huevitos negros. La elite come óvulos. Los lujos son morder, masticar y digerir la vida de otro. Rusos locos.
-¿Aló? Papá, hola... no, no llamo por dinero, llamo por el 2002NT7... no es un auto, papá, escúchame, es una piedra que flota, no, no estoy llamando por cobro revertido,... ¿qué?, espera, esto es importante, ¿ah? ¿mamá y tú se separan?... mierda... no, yo sólo llamaba para decirles que los quiero a pesar del 2002NT7.... ¡olvida el auto!
Los antiguos sabían de esto. Conocían las formas mágicas en que el universo afecta nuestras microscópicas viditas. Viajaban largas distancias para aplacar la furia de las deidades... No sé si es sano psicológicamente culpar al asteroide del derrumbe que sufre mi familia. Ellos ni se han enterado.
viernes, abril 29, 2005
FUERA DE FOCO:Borrador indeleble.2002 (novella por entrega)
tecleado por Mat. cerca de las 2:51 a.m.
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