Un perro
cuico salió a la calle y se volvió quiltro. Sus amos nunca se enteraron, daba
igual, nunca lo habrían recibido de vuelta. Pero la interrogante mayor es:
¿cómo fue que de fino pasó a callejero y perdió todo linaje? Podríamos decir
que fue el amor por una quiltra, pero estaríamos faltando a la verdad. No fue
ninguna perra la que lo transformó. Fue más bien una decisión a conciencia:
cuando se vio perdido en la urbe y se topó con una jauría de quiltros supo
dónde ciertamente se halla la libertad. En el corazón, no en el porte, el largo
de las orejas o la raza. El hogar se lleva dentro y este perro cuico lo
descubrió entre piojosos perros que no tenían un canil, sino una ciudad entera
para explorar.
En definitiva, el mundo fue su hogar.
Porque ser cuico no significa alegría o bienestar.
A veces ser anónimo logra mucho más que eso.
En definitiva, el mundo fue su hogar.
Porque ser cuico no significa alegría o bienestar.
A veces ser anónimo logra mucho más que eso.
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