viernes, junio 04, 2010

Walking around.

Por las extrañas calles de nuestra ciudad -digo nuestra porque mirando los rostros de la gente me doy cuenta que caminan con confianza, como si los edificios nunca pudieran derrumbarse y todo está a mano, desde fármacos a globos de cumpleaños-, por las calles de caluroso concreto, arrastro el desasosiego (y no por sentirme deprimido, es la confusión lo que me tiene en tal estado), escucho el sonido metálico de monedas que desordenadas chocan entre sí en un vaso de plástico, luego veo a un indigente con un cartel que le cuelga del cuello que reza, SOY CIEGO UNA MONEDITA POR FAVOR, y no tengo monedas, o la verdad no reviso, y bajando la mirada algo avergonzado por no ayudar al hombre carcomido por el hombre, homo homini lupus, me fijo que pasa una señora con un par de zapatos que claramente cuestan lo mismo que el sueldo mínimo que un trabajador honesto puede ganar, y me doy vuelta, la miro, ella pasa junto al ciego y podría detenerse, claro, dejar de caminar y dejar caer en el vaso de plástico unas monedas, incluso un par de billetes, pero qué hace, se corre hacia la derecha, se aleja del ciego, se aleja del hombre que ha perdido la dignidad no por opción, sino por falta de oportunidades, ya aparecerá alguien que diga, El se buscó esa vida al beber tanto, pero yo no lo veo así, en esta ciudad que arde bajo un sol difuminado por una gruesa columna de fatal smog que respiro, tal como los demás respiran, y nadie se detiene a pensar que nos estamos matando entre nosotros con tanta indiferencia y desapego y el asqueroso maldito humo que entra una y otra vez en nuestros fatigados pulmones.

Y eso pensé en un par de segundos.

No hay comentarios.: