jueves, septiembre 17, 2009

más corazón, menos, (bastante menos) intelecto.

estoy pensando que pienso mucho a la hora de decidir qué postear en mi propio blog.
antes, en los inicios del mismo, simplemente me sentaba y fuera lo que fuera estuviese viviendo o me hubiese pasado en el día, lo plasmaba en breves -a veces no tanto- párrafos.
pero ahora el cerebro lo tengo como chicle, como si alguien a la lejanía mirara con binoculares a través de mi cráneo y examinara mis neuronas, inspeccionando si escribiré algo inteligente, algo trascendente, algo que valga la pena.

¿pero qué vale la pena, en realidad, más que ser sincero conmigo mismo y mis propias palabras y rescatar la sensación al abrir este blog de que sería un espacio para librarme justamente del innecesario pensar sobre mis pensamientos?

la idea, al fin y al cabo, es compartir.
dejar -en un tono ya más profundo- una bitácora que espero llegue a los ojos de hijos y nietos, que sepan cómo sentía y qué visión del mundo tenía el Matías en los inicios del siglo XXI.

es definitivo:
no dar más vueltas de trompo buscando postear sobre cualquier asunto intentando imprimir una literatura que me lleve al Nobel o, al menos, al Pulitzer.

para qué.

voy a recuperar la escritura desde la simpleza, no una complejidad que nadie me pide y que me impide finalmente ser honesto con la real meta de La Vida Reciente: ser un testamento de lo que fui, soy y seré para las generaciones futuras que carguen con mi sangre y apellido.

he dicho.

3 comentarios:

Mariana dijo...

Lo simple, lo sutil, lo ínfimo, lo pequeño, lo aparentemente insignificante, lo minoritario, todo eso es lo que de verdad tiene valor!.

Dejarse llevar por la imaginación, aún a riesgo de no ser "correcto", no es tan malo. Al fin y al cabo, a quíen le importa?

la pé dijo...

es jevy. el blog es un ejercicio de ego, quizás por eso uno piensa tanto en qué va a poner...

salu2

(la pé)

ps: harto tiempo...

Anónimo dijo...

Fijate que desde que eliminé la intención me encontré con el centro de la nuez. Volví a disfrutar con la imaginación y a eso le sumé mi emoción desde las profundidades de la verdad y nunca había escrito cosas tan de mi. Me leo y me reconozco, asi es que ya me puedo morir tranquila.