Las anfetas de Kerouac.
Me tiemblan las manos
y la línea de la vida va
y viene
y viene y se retrae como la marea
que borra de la arena las palabras
pero yo escribo entre escalofríos
una y otra vez en la arena blanca
tratando de olvidar que no existe memoria para los pensamientos
letras desiguales
mi palma y su vida y la línea que se marca profunda
y desaparece.
La tinta se hunde en la hoja
la hoja se torna amarilla
y se rompe en pedazos.
La arena sin memoria.
Ofrecen Soledad.
Tocan a la puerta
(es tu mente y)
el cuerpo sin voluntad envía un pensamiento:
señor yo mismo
quien le llama a estas horas es su vecino
el desencanto
(no escuches, que el pensamiento cierre las puertas)
y sin afán de robarle nada
sólo un poco de sueño
se me ha encomendado decirle:
mañana, cuando despierte
(no lo oigas, ¡que cierren!)
se sentirá un poco
cómo decirle
(¡que cierren ya esa puerta!)
se sentirá...
(y el pensamiento vuelve al cuerpo)
Tocan a la puerta.
Pero estás durmiendo.
Suerte de tener
-a veces-
con llave la voluntad mientras decanta
el frío y la noche y el tormento
de la mente.
Ahora, descansa.
Viaje a la orilla.
Que me cremen.
Y de un bote, mirando la península,
al viento de Tongoy.
Mirar la superficie,
encender el motor,
viaje a la orilla.
Ustedes saben:
¡Niño alegre de vacaciones!
Atardecer.
Mar.
Playa.
Las cenizas sabrán
reconocer las huellas
en aquella arena.
Dicho.
Y hecho.
Venas-Venus.
Lamento presentarme
a estas horas:
no podía decidir el camino
a la cumbre.
Mas
estoy presente.
Qué puedo decir:
ella es el centro
del nacimiento.
Sus ojos
la delatan
inocente
desnuda
intocable.
Qué más podrían oír:
presencié en un instante
el universo
que la rodea:
mundos finos
parecidos al papel.
(Y profundos
como el llanto
de saber
que esa quietud en ella
es interminable.)
Sueño que no hablas.
Se desperezan mis orejas
bostezan
tuvieron que callar la noche
-una-
se sentían abatidas
de no poder cerrar los ojos
cuando no se quiere oír
pero las hice dormir
sobre la almohada
y habrían visto sus sonrisas
cuando nos sentamos
a desayunar
conmovidas desayunaban
silencio.
El mar que viene.
Una lágrima
contiene un pez
y la gente se acerca a mirarlo
se ve tan triste
tiene oscuras las agallas
necesita aire
pero se está ahogando
tranquilos
tranquilos
qué puede hacerle el pez al agua
nada
nada entre las lágrimas
disfruta el parecido
entre el mar
y un blues en la noche.
Herética.
Herética
incompatible con los designios
-dulce-
dulce como el primer trago
después del desierto.
Ingenua
desinteresada de la formalidad
mundana.
Triste
Como un dulce pétalo
Antes de nacer.
Mujer
eres confusa
confusa
tan real.
¿Te escondieron los profetas
para que a mis ojos
jamás te revelaras?
A L.
Dijeron que te habían visto
caminar por empinadas escaleras
con resistencia
con alegre esfuerzo
y nunca perder un escalón.
Yo te conocí cuando tus años de pesares
ya no te mantenían vestida
con los mismos tristes ropajes.
A mí me sonreías.
A veces pensé que eras para siempre
como un amor de tiempos
como el aire del viento.
A veces pensé triste en ti.
Pero me sonreías.
Amanecer del hombre.
Crecieron las raíces
florecieron los cantos
las brisas, los ojos.
Despojaron de su cuerpo a la naturaleza
como un otoño miserable
oscuro
y se internaron en las llanuras vírgenes
cargando las palabras y construyendo
sobre la sangre
un imperio sin rey.
Caos veo en el pasado.
Y la felicidad se defendió y fue lluvia, hoja, paisaje y horizonte...
Coro suficiente.
A las nubes en el cielo
un canto
de praderas y colores
Un profundo beso de amor
A la tierra
el silencio de los hombres
Al hombre
la mujer
A la vida las gracias
A ciencia de palabras.
El mundo es una ruptura
un sutil desgarro
y un insensato.
También es casi esférico
y casi perfecto.
El mundo es sin duda
la imaginaria frontera
entre el reflejo y la imagen...
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