viernes, agosto 17, 2007

Pero qué versátil.

Las anfetas de Kerouac.

Me tiemblan las manos
y la línea de la vida va
y viene

y viene y se retrae como la marea
que borra de la arena las palabras

pero yo escribo entre escalofríos

una y otra vez en la arena blanca
tratando de olvidar que no existe memoria para los pensamientos

letras desiguales
mi palma y su vida y la línea que se marca profunda

y desaparece.

La tinta se hunde en la hoja
la hoja se torna amarilla
y se rompe en pedazos.

La arena sin memoria.


Ofrecen Soledad.

Tocan a la puerta

(es tu mente y)

el cuerpo sin voluntad envía un pensamiento:

señor yo mismo

quien le llama a estas horas es su vecino

el desencanto

(no escuches, que el pensamiento cierre las puertas)

y sin afán de robarle nada

sólo un poco de sueño

se me ha encomendado decirle:

mañana, cuando despierte

(no lo oigas, ¡que cierren!)

se sentirá un poco

cómo decirle

(¡que cierren ya esa puerta!)

se sentirá...

(y el pensamiento vuelve al cuerpo)

Tocan a la puerta.

Pero estás durmiendo.

Suerte de tener

-a veces-

con llave la voluntad mientras decanta

el frío y la noche y el tormento

de la mente.

Ahora, descansa.


Viaje a la orilla.

Que me cremen.

Y de un bote, mirando la península,

al viento de Tongoy.

Mirar la superficie,

encender el motor,

viaje a la orilla.

Ustedes saben:

¡Niño alegre de vacaciones!

Atardecer.

Mar.

Playa.

Las cenizas sabrán

reconocer las huellas

en aquella arena.

Dicho.

Y hecho.


Venas-Venus.

Lamento presentarme
a estas horas:
no podía decidir el camino
a la cumbre.

Mas
estoy presente.


Qué puedo decir:
ella es el centro
del nacimiento.


Sus ojos
la delatan
inocente
desnuda

intocable.


Qué más podrían oír:
presencié en un instante
el universo
que la rodea:
mundos finos
parecidos al papel.


(Y profundos
como el llanto
de saber
que esa quietud en ella
es interminable.)


Sueño que no hablas.

Se desperezan mis orejas

bostezan

tuvieron que callar la noche

-una-

se sentían abatidas

de no poder cerrar los ojos

cuando no se quiere oír

pero las hice dormir

sobre la almohada

y habrían visto sus sonrisas

cuando nos sentamos

a desayunar

conmovidas desayunaban

silencio.


El mar que viene.

Una lágrima

contiene un pez

y la gente se acerca a mirarlo

se ve tan triste

tiene oscuras las agallas

necesita aire

pero se está ahogando

tranquilos

tranquilos

qué puede hacerle el pez al agua

nada

nada entre las lágrimas

disfruta el parecido

entre el mar

y un blues en la noche.


Herética.

Herética

incompatible con los designios

-dulce-

dulce como el primer trago

después del desierto.

Ingenua

desinteresada de la formalidad

mundana.

Triste

Como un dulce pétalo

Antes de nacer.

Mujer

eres confusa

confusa

tan real.

¿Te escondieron los profetas

para que a mis ojos

jamás te revelaras?


A L.

Dijeron que te habían visto

caminar por empinadas escaleras

con resistencia

con alegre esfuerzo

y nunca perder un escalón.

Yo te conocí cuando tus años de pesares

ya no te mantenían vestida

con los mismos tristes ropajes.

A mí me sonreías.

A veces pensé que eras para siempre

como un amor de tiempos

como el aire del viento.

A veces pensé triste en ti.

Pero me sonreías.


Amanecer del hombre.

Crecieron las raíces

florecieron los cantos

las brisas, los ojos.

Despojaron de su cuerpo a la naturaleza

como un otoño miserable

oscuro

y se internaron en las llanuras vírgenes

cargando las palabras y construyendo

sobre la sangre

un imperio sin rey.

Caos veo en el pasado.

Y la felicidad se defendió y fue lluvia, hoja, paisaje y horizonte...


Coro suficiente.

A las nubes en el cielo

un canto

de praderas y colores

Un profundo beso de amor

A la tierra

el silencio de los hombres

Al hombre

la mujer

A la vida las gracias


A ciencia de palabras.

El mundo es una ruptura

un sutil desgarro

y un insensato.

También es casi esférico

y casi perfecto.

El mundo es sin duda

la imaginaria frontera

entre el reflejo y la imagen...

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