martes, junio 27, 2006

Al Gran Señor Mi Abuelo.

El padre de mi padre se ha ido. Mi abuelo era un hombre cariñoso, tenía ese humor que uno envidia, una agilidad y agudeza respetables, y unas manos grandes como de gigante bonachón de cuento de hadas.

Nos separaban dos horas de viaje y al teléfono su leve sordera siempre le jugaba malas pasadas, pero siempre oía al final lo que uno trataba de decirle.

Mi abuelo era un hombre afable, corpulento, de gruesos lentes y pelo acicalado hacia atrás. Las tardes con él eran un agrado, porque como mi padre, mi abuelo parecía conocer todo el mundo, como si en su mano empuñada el Aleph se escondiera y de su boca se hilaran magníficas historias, anécdotas de pirata, hazañas de soldado, vivencias de hombre.

Mi abuelo me quería y quería a todos sus nietos. Su corazón de viajero mantenía vívido el recuerdo de cada uno de nosotros, nosotros su sangre, nosotros ahora su memoria y su recuerdo.

No lo veía con frecuencia, es cierto. Pero no me siento distante ni culpable, es sólo que la vida separa el trazo del camino y los atajos para los encuentros a veces se esconden con destreza y la brújula del regreso no siempre apunta al mismo norte. A mi norte, al norte de mi abuelo.

El padre de mi padre se ha ido. Y ahora es mi padre la imagen de mi abuelo.

Donde vaya será Rey. O al menos, el único rodeado de Valkirias.

Donde vayas, abuelo, tu mano de gigante estrechará el favor de los dioses. Y luego llegaré yo y mi padre y los que somos tu sangre a compartir de tu reino.

Descansa, que lo tienes merecido.

Y ya nos vemos, don Senén Cornejo Salgado...

2 comentarios:

Esmeralda dijo...

A la distancia espiritual, te envio mis condolencias.
Mi mayor tranca es con la muerte, quizás el dicho " Para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto" lo defina un poco.

Aunque duela, el dolor que nos deja una pérdida nos enseña más que mil libros.

Saludos miles ;)

Cristián dijo...

Cariños para ti, que sigues vivo.
Hombresh
Naco.