domingo, abril 30, 2006

Antes que acabe el día.

"Una bandada de pájaros se elevó de un árbol, asustándolo. Mi compañero levantó el rifle, apuntó, y comenzó a dispararle a las aves. Se reía, se reía a carcajadas, y no dejaba de dispararle a los bichos, ¿qué era, Vietnam? ¿Irak? ¿La Segunda Guerra Mundial?, ahí aleteaban las pobres cosas, todas asustadas por el estallido del rifle de mi compañero. No lo aguanté, no lo aguanté más, me puse a su lado, me acerqué a su oreja y le grité con el aire de los pulmones y un poco de alma:

-¡DEJA DE DISPARAR ESA MALDITA COSA, TÚ, PUTO ENEMIGO DE LA EVOLUCIÓN, DEL DERECHO DE LAS ESPECIES, ¡¿O FUE QUE ALGUIEN NOS DIO EL TÍTULO DE SEÑORES SOBRE LA TIERRA?! ¡¿NO QUE SOMOS MÁS INTELIGENTES POR ESO MISMO, PARA PROTEGER TODO LO QUE VIVE EN ESTE PLANETA?! ¡BOTA EL PUTO RIFLE!

Mi compañero, asustado, pensando "mi amigo se fue, ahora es un asesino en serie", tiró lejos el arma. Me acerqué y la recogí. La examiné y le dije:

-Ya me gustaría verte con una bala de estas en el hígado. El dolor, piensa en el dolor. Piensa en la muerte de esas aves. No tiene sentido. (Silencio) ¿Las llaves del Jeep? Creo que las dejé puestas. ¡DIOS! ¡¿TODO TIENE QUE ESTAR MAL CUANDO TIENE QUE ESTAR MAL?!

Y levanté el rifle, grité, decenas de pájaros volaron desde unos árboles y comencé a dispararles. Necesitaba sentirme entero. Dueño de la naturaleza..."


Extracto de "El extraño vividor", Erwin Soaz.
Publicaciones SBF.
2005.

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