sábado, febrero 11, 2006

La Ira de Dios.

Proclaman un mundo libre. Ciudades, donde niños de la mano de sus madres, pueden caminar tranquilamente. ¿Delincuencia? Un mal erradicable. Debemos luchar contra la pobreza. ¿Pobreza? Más empleos, más comercio, intercambio de moneda y de bienes entre los países.

Por debajo, como un río subterráneo inmundo y escarlata de tanta sangre inocente, se desplaza la serpiente que llaman Poder. El Poder Invisible. ¿Quién comanda a quién? ¿Quién da la orden de bombardear tal ciudad que no es segura para las madres con sus hijos? ¿Quiénes son "aquellos" que dicen luchar para mantener la Paz, destruyendo poblados, asesinando en silencio? Y el círculo de la violencia gira de prisa, centrípeto, atrayendo como un hoyo negro a las naciones. No nos extrañemos de los hombres-bomba, pues a cada bomba "aquellos" que manejan el Poder se hacen los sordos y gritan, sin esfuerzo, por cada caído de los nuestros caerán cien de los que nos atacan. Palestinos, Israelíes, Norteamericanos, Colombianos, Peruanos, Irlandeses, Españoles y Vascos, facciones de izquierda, facciones de derecha, facciones anarquistas, Agencias de Seguridad Secretas, espionaje, contra-espionaje, limpieza étnica sistemática, cárceles ocultas...

Existen ciudades donde las madres caminan con sus hijos. Y no se oye, a lo lejos, la madre que llora con el hijo muerto en brazos.

¿Exgerado? ¿Cursi? Piensen lo que quieran, pero piensen.

Independiente del minutaje que le sobra a la película de Spielberg, es un buen ejercicio mental el que presenta. Vale la pena. O la lástima. O la indiferencia.



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