Rafael va al volante. Usa siempre un jockey de tela con diseño militar en sus colores y formas. Lo que no va con el jockey es que tiene cara de simpático. Vamos en el auto de su madre. Por la radio un tipo habla estupidez tras estupidez y la agradable voz de una mujer lo interrumpe de tanto en tanto para darnos a entender que el "invitado" es un palurdo. Dice que la libertad de expresión DEBE permitir que cualquiera pueda decirle a la candidata a la Presidencia Michelle Bachelet "gordita simpática" para dar un ejemplo de por qué las estadísticas le favorecen.
A ese tipo yo no lo conozco. Le dice a mi madre "gordita simpática" y hago mi mejor esfuerzo para que pierda un diente.
En política, que tiene sus protocolos, no puedes justificar decirle a M. Bachelet "gordita simpática" respecto del impacto y aceptación que tiene entre la gente argumentando que "ese es un problema en nuestro país, que no se dicen las cosas como deberían decirse, ni se preguntan como tendría que ser".
Le digo a Rafael que apague la radio. Él me dice que si vas a ser político, entonces debes ser capaz de expresar tus ideas al nivel que te corresponde, no como habla la gente que está siendo gobernada democráticamente.
Abrí la ventana y fue mi culpa que el jockey de Rafael se fuera volando para caer bajo las seis ruedas de un camión. Cuando lo vimos nuevamente, ya no tenía nada de militar. Parecía una bosta de caballo, las misteriosas bostas de caballo que ves en la carretera aunque con suerte te puede tocar un perro atropellado.
jueves, agosto 04, 2005
Noh/vela.
tecleado por Mat. cerca de las 12:41 a.m.
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