sábado, julio 16, 2005

S.D.A. o la pérdida de la memoria (capitulo 8)

Viene de S.D.A. o pérdida de la memoria 7ma parte publicado en www.tuerto.blogspot.com.


Levanté el cuerpo. Mi cabeza bailaba en giros, pensé que vomitaría de nuevo. Pero no. Di unos pasos hacia atrás para apoyarme en la puerta que me separaba del troglodita de Elmías. No se escuchaba nada del otro lado. Me encontraba en una habitación que por lo que distinguí estaba en remodelación. No tenían vidrios las ventanas y las herramientas de construcción estaban dispersas por el suelo como un niño deja disperso sus juguetes. La baja temperatura de la noche soplaba desde el exterior. Agité la cabeza y miré mi mano izquierda: el anillo no estaba. Sólo la enfermera pudo robarlo, mientras me preparaba para que el doctor me examinara. No tenía mucho tiempo antes de que la traidora lo vendiera, regalara o se lo tratara de poner. Si le quedaba apretado, pensé en cómo cortarle el dedo sin raspar el anillo.

“Un plan, debes tener un plan.”

Busqué dónde mirar mi reflejo. Un vidrio-ventanal me sirvió como espejo. Iba vestido con una de esas túnicas desgastadas celestes, unas pantuflas y calzoncillos boxer negros.

“Así no podrás huir a ninguna parte”.

La puerta por donde había entrado se estremeció por el brutal golpe de una estructura metálica. Era Elmías, que la azotaba con la camilla, sujeta de seguro, por sólo una de sus bestiales manos. Inspiré.

“Recuerda que hay una mujer esperando fuera.”

Cerré los puños. Qué hacer. La verdad, lo primero estaba claro: recuperar el anillo. Di tres saltos y abrí la puerta de entrada a la pieza en refacción. Abrí sigiloso, no quería toparme con la mirada de tiburón herido de Elmías. Para mi gran suerte, la habitación daba a un nuevo pasillo, lo que me separaba de Elmías bastante. Un nuevo golpe atizó la puerta, cediendo esta vez un poco.
- ¡Voy por ti, enano mal agradecido! ¡Puedes correr, pero correr no te servirá de nada! –Elmías estaba completamente fuera de sí.

“Busca el anillo. Busca a la enfermera. Y recordarás.”

Empecé a correr. La sangre recuperaba su flujo, los músculos respondían a los mandatos de mi mente, el corazón palpitaba. Había resucitado. Ahora, tenía que deshacerme de mis delatores ropajes. Ayudado por Fortuna, encontré los lockers de los médicos y funcionarios. Cuando terminé de vestirme, llevaba puestos unos pantalones negros, unas zapatillas de footing, calcetines blancos, una polera con el estampado de un condón feliz y una chaqueta verde. La chaqueta verde la cambié por un cortaviento anaranjado.

“Ahora, a buscar lo que es tuyo”.

Nadie parecía fijarse en lo mal combinado de mi vestuario. Por ahora, todo iba bien. Hasta que escuché el estruendo. Giré la cabeza y divisé, lejos, al final del pasillo, a Elmías con lo que quedaba de camilla en sus manos. Me di vuelta y comencé a caminar con apuro.
- ¡Hey, tú, el de la parka naranja! –gritó Elmías.
No me detuve. Pero un rugido me dio a entender que mejor me daba vuelta. Vi a Elmías levantar la camilla y lanzarla por los aires, directo a mí. La camilla dio un primer bote en el suelo, destrozando parte de las baldosas. El manojo de fierros venía directo hacia mí. Y no era una parka, era un cortavientos.

“Sálvate. Todavía falta el anillo y salir al mundo”.

Continua en www.tuerto.blogspot.com

1 comentario:

Cristián dijo...

encontrar el anillo y salir al mundo....