miércoles, junio 15, 2005

S.D.A o la pérdida de la memoria (4ta parte)

…continuación de S.D.A o la pérdida de la memoria 3ra parte publicado en www.tuerto.blogspot.com...

Tuve un sueño. Mi padre, mi madre, mi hermana. ¿Pero por qué tengo la sensación de que no era mi padre ni mi madre ni mi hermana? ¿Por qué se me confunden ahora y se desfiguran los rostros que vi en ellos? ¿Por qué hay en mi un sentimiento de amor hacia la hermana con la que soñé, como si ella fuera en verdad una mujer a la que amo? ¿Por qué creo que mi padre soy yo en el sueño y mi madre es otra mujer, una mayor, a la que también amo?

Ha cambiado el tiempo, ya no estoy soñando. Estoy en el presente, tabula rasa, desmemoriado.

El cuerpo se me curva Desde la nuca una serpiente eléctrica se desplaza por mi columna, llega a mis pies y desaparece. Relajo los dientes, con la lengua noto que he mordido un tubo de plástico.

-¡Elmías, idiota, sólo el cuestionario, sólo el cuestionario, nada de electricidad!- chilla el doctor Gonzáles. Al menos escucharlo al doctor me da la sensación de que me ha salvado la vida.- ¿Cuántas descargas le has dado?

-Yo… -Elmías balbucea algo en un idioma que sólo su primigenio cerebro entiende.

-No sé que complejo tienes, Elmías, será el de Electra, que vas dando chispazos a todos los pacientes que llegan, y cómo se te ocurre aplicarle a éste, sobre todo a éste, que es el espécimen más raro y fenomenal que ha llegado. Vete de aquí antes de que te encierre de nuevo con la anciana evangélica delirante y te pases noches enteras escuchando la venida del demonio y el fin del mundo.

Parpadeo. La luz me sigue afectando, pero ya puedo hacer foco. Lo primero que veo nítidamente es la cara de pitbull psicópata de Elmías. Indescriptiblemente horrendo. Se agacha sobre mí.

-Ya te contaré que haces aquí, chico, oh sí, es una historia interesante –me susurra al oído. Se va y me deja con el doctor Gonzáles, quien me desata de la camilla.

-Siéntese –me dice en un tono que no denota preocupación por mi evidente estado vegetal-atómico, entre sedantes y descargas. Hago un esfuerzo olímpico y me incorporo. La mano izquierda ya responde completamente a las órdenes de mi mente. La miro: me rodea el dedo anular un anillo plateado. Levanto la vista. El doctor Gonzáles, un gordo chaparro embutido en un delantal blanco levemente teñido de rosado, lentes del porte de un telescopio de la Nasa, calvo y cejas hirsutas que recuerdan al monstruo de las galletas de los muppets –mi segundo recuerdo, vamos progresando- sonríe frente a mí con las manos cruzadas a su espalda. Nota que he mirado el anillo.

-Bien, bien… ¿algo que se le venga a la mente con ese objeto?

Estiro con paciencia la mano.

-Sí –contesto.

-¡Perfecto! Así se nos hará más fácil su tratamiento, dígame en que piensa.

Detrás del doctor hay una ventana enrejada. Llueve.

-Pienso que al menos afuera hay alguien esperando a que salga…

Continúa en www.tuerto.blogspot.com

1 comentario:

Carlos Siegel dijo...

Bien , me parece...bastante..lacónico...
desgarrador...ignominioso...eso basicMENTE