La noche antes de “la boda”, S.E. el Presidente de la República me habló. Lo primero que dijo al enterarse que me casaba fue: “hay momentos en la vida que se debe arrancar… hacia delante.” El señor Presidente tiene un humor que no se ve reflejado en sus apariciones públicas.
De todas las noches del mundo, entre todos los ciudadanos de Chile, tuve el honor de conversar sobre el matrimonio con nuestro Presidente. Yo no me lo esperaba. Me encontraba yo en un cumpleaños muy familiar, niños corriendo, cuando entró él y señora. Para todos fue como “llegó el tata”. Para mí fue una escena cortada de Forest Gump. A horas de comprometerme por siempre con una mujer, veía a S.E. en una actividad social común y tranquila, sin banderas ni corbata. De las cosas improbables que te pueden pasar, ésta era una de las imposibles.
Lo mejor fue la sinceridad en sus palabras. Me refiero específicamente a percibir que no me lo decía desde el pedestal que le corresponde como Líder, sino como hombre de cierta edad que ya ha vivido la experiencia. Sentí en él la oportunidad de hablarle a un joven con metas a futuro sin ningún tipo de presión electoral, política o qué sé yo. Fue la oportunidad de transmitir sabiduría, como si hubiese sido un desconocido que por una noche se alegra de poder compartir con un hombre más joven los detalles de la vida.
Así fue la noche en que conversamos con el Presidente.
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