Te acuestas. Una cama grande. Más amplia que la cama de tu adolescencia. Te cubres con un plumón de plumas de ganso. No plumas del pecho del ganso, pero es un buen plumón. No apagas la luz porque no hay luz en la habitación, no has sido capaz de colocarle una ampolleta. El farol del pasaje es la luz artificial que tiene la habitación por las noches. Recuerdas no acostarte al medio o en diagonal, lo conversaron, no te acostumbres a ignorar el espacio del otro. Te acongojas por nada, hay que lavar una cantidad considerable de platos y vasos, lo haces durante la tarde de mañana, en turnos. Escuchas que tus vecinos se gritan sin regla alguna de respeto. Ves por la ventana que un auto policial llega a las 5 de la mañana con las luces apagadas y se estaciona al final del pasaje. La vecina del frente nunca prende las luces. Decides moverte hasta los confines de la extensa cama para bajar a tomar un vaso de agua. Encuentras el computador prendido. Te sientas a escribir y has terminado.
sábado, mayo 14, 2005
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