Arriendas una casa. Es que te vas a casar y serán dos. Una casa que hace seis años estás esperando poder arrendar, porque les encanta. Una con escalera, patio, barrio tranquilo. Y para mí, muy importante, un cine cerca.
Llegas a la casa. Te quedas a vivir durmiendo en un cómodo futón.
No tienes nada. Ni refrigerador, ni cocina, ni siquiera una planta o mancha de pasto en el patio. Pero es la casa que quisieron.
La pintan. La arreglan. La mejoran.
Y hay que mantenerla. Arreglos que durarán años y serán del día a día.
“En los matrimonios siempre hay conflictos que se superarán”. Quien lo dijo tendrá sus razones. De seguro las tendrá.
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