domingo, abril 03, 2005

La rutina dispersa.

En las primeras semanas de este experimento autogestionado que llamamos "el vivir solo" sentía la amplitud del espacio independiente y propio. Versa el prestigioso dicho: en mi casa hago lo que quiero.
Luego de las primeras semanas comencé a notar que "algo" faltaba. La ausencia, digamos, que provoca la imagen de una silla vacía junto a la ventana. Ya llegará ella para correr las cortinas y abrirla.
Entonces hoy, lavando los platos, caí en la cuenta que hay varios detalles a los cuales se les debe prestar atención, trabajo que antes hacía "otro". Por ejemplo, descubrir que todos los tazones tienen aún pegado por debajo el código de barras.
Pero uno aprende.
Seguro.

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