Constantine, la película, es hereje por entera. Y eso está de lujo. Que digan poco menos que Dios es un borracho apostador a los caballos, pero que en verdad no se juega la suerte en los hipódromos, sino en EL MUNDO contra su némesis, LUCIFER. Las fichas: las almas humanas. El Juego: La Fe, El Destino y La Muerte. La mesa de juego: Los Ángeles, California.
Keanu Reeves en una Matriz más oscura, satánica y desesperanzada. Excelente personaje.
La vi ayer. Con mi novia. Había una larga y tediosa fila que bajaba desde el tercer piso al primero del cine. Desanimado, bajé por la escalera. Cuando asoma entre la gente un rostro. ¡El chino! No lo veía hace mucho tiempo y la vez que lo veo, nos tiene sin saber un lugar reservado para entrar de primeros a la sala.
No sólo en la ficción se tiene suerte.
Antes de ver la película, nos sentamos con mi novia en el restaurante que queda junto. Ella tomó un café. Yo comí. Hablamos, reímos y creo que hasta peleamos.
¿Apostará Dios con nuestras vidas? ¿O las apuestas las juega uno mismo?
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