
Te has esmerado Fortuna
en derrocarme
en batallas de aire,
como derrocaste a los Conquistadores:
pero te equivocas
porque sólo soy el mensajero de la suerte oscura
-que nadie invita o espera-
entre los desposeídos.
Mi vida es mi vida,
pero el tablero tiene tus huesos
Fortuna,
y las fichas
la carne de quienes avanzan
de blanco a negro
de negro a blanco
y observan inmóviles la caída del Rey.
El Rey del nuevo Destino.
El Rey que vence.
El Rey que no es el de los desposeídos.
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